miércoles, 3 de diciembre de 2014

Agrotech, el retorno inteligente al campo

Dos han sido, históricamente, los puntales del desarrollo humano. La energía para el cuerpo, entiéndase la alimentación, y la energía para nuestras máquinas —los brazos mecánicos que han complementado y sustituido en gran parte el esfuerzo corporal. Si se mira desde esa perspectiva se puede entender el desarrollo económico al que se ha llegado en el presente. Pero las cosas no quedarán ahí. El cambio continúa.

Un nuevo reto está apareciendo en lontananza y en este caso se está orientando fuera de las ciudades —que también tendrán lo suyo con la irrupción de las smart cities y de las smart houses—. ¿Qué hay fuera de las ciudades, donde se ha ido concentrando durante el último siglo la mayoría de la población? ¡El campo! El campo llegará a ser el nuevo reto, la nueva sorpresa e incluso la nueva oxigenación para llevar una vida más feliz y menos supeditada a los frenéticos ritmos de las urbes.

¿Qué está pasando en el campo? O mejor, ¿qué se está iniciando en el mundo agrario? ¡Su digitalización! Hasta hace muy poco el campo era algo que parecía anclado, como muy moderno, a inicios de la segunda mitad del siglo XX (por aquello de los tractores y las máquinas de trillar). Ahora se está descubriendo —en algunos países con gran velocidad; en el nuestro con una parsimonia descorazonadora— que si se aplicasen todos los conocimientos tecnológicos al control de los sembrados, semillas, abonos, temperaturas, riegos, etc., no sólo se obtendrían mejores cosechas, sino también más saludables y con menos coste en esfuerzo físico. ¡Cuánto hubiesen deseado estas nuevas posibilidades nuestros abuelos y tatarabuelos, por no hablar de sus propios antepasados!
Ahora puede ocurrir —y sin duda ocurrirá— que se llegue a un trasvase de la ciudad al campo... Pero a un campo inserto en la tecnología digital. Un campo con una tech adecuada que va más allá de un simple ordenador con que enviar mensajes o hacer compras y ventas por Internet. ¡Eso ya es viejo! Nos referimos a un campo poblado de sensores que nos irán dando datos —la auténtica riqueza del inmediato futuro— que los programas inteligentes que ya empiezan a existir, irán dando pistas al nuevo y avanzado 'campesino digital' para que adecue su actuación y evite errores en las futuras cosechas. Por no hablar de los cambios que ya se están dando en la ganadería.
Con los nuevos dispositivos tecnológicos ya se puede determinar el vigor del cultivo, planificar cosechas, especificar cualidades químicas del fruto, detectar concentraciones de nitratos, planificar óptimamente la fertilización. También ya se pueden detectar enfermedades y precisar los problemas de las posibles plagas. Y, finalmente, llevar una óptima planificación hídrica de las parcelas. Es el nuevo mundo del agrotech.
Ir al campo, gestionar las tareas del mundo agrario, ha dejado de ser una cosa centrada en el esfuerzo físico, para resituarse plenamente, en los aspectos más intelectuales que nunca se han alcanzado hasta ahora. La digitalización del agro es un reto de máxima prioridad. Sobre todo en un momento en que las comunicaciones y los transportes ya han alcanzado altas velocidades y, no se olvide, mucho más lo serán en un próximo futuro. El tema de las importaciones agrarias si hoy es relevante, en pocos años será impactante, en caso de no estar preparado y de ser altamente competitivo, debido a este mundo global que cada vez se va empequeñeciendo más.
Ahora bien… ¿Están nuestros campesinos, nuestros hombres del campo preparados para iniciarse con importantes aspectos técnicos que deberán de implementar en sus bancales? ¿Están nuestros jóvenes tech preparados para marchar de las ciudades y situándose en villorrios, aldeas y poblados digitalizar campo a través?

¿Se estará a nivel político y a nivel universitario —y de manera especial los mass media, desde hace tiempo tronas rectoras de las mentalidades de las masas— por esta labor de reeducación?

Entiéndasenos bien. No hablamos de ningún castigo; una especie de mandar al exilio, consistente en enviar jóvenes de la ciudad al campo. Por el contrario, la ida al campo —o a su cercanía, ya que hoy los vehículos pueden ahorrar cambios de domicilio— debe de verse como una ida real al paraíso. Un paraíso digital —una especie de “América” por digitalizar— que está a la espera de los nuevos creadores que tienen delante suyo una gran experiencia por construir casi casi desde la nada. Todo un reto y a la vez una soberbia victoria por alcanzar.

Creatividad, ingenio, innovación y talento son las herramientas doctas que habrá que estimular para esa ida inteligente al campo. ¡La digitalización del mundo agrícola es otra tarea pendiente! Reto y exigencia para nuestro futuro.