domingo, 30 de diciembre de 2012

Dirigentes políticos en la nueva geografía digital

Una preocupación presente y que comienza a estar extendida es la relativa a la capacidad de los dirigentes políticos para detectar el presente histórico. Algunos artículos aparecidos recientemente así lo muestran, además de muchos actos y decisiones que parecen embarrancadas en querer repetir el pasado —eso se puede ejemplificar con la fracasada convocatoria a las urnas en Catalonia donde se quiere llevar a su gente hacia el pasado.
Eso de querer repetir el pasado no es una cosa nueva. La idea de hacer un referéndum en Cataluña en el 2014, acompañando la rememoración de una batalla cruel vivida en el mes de setiembre de 1714 en Barcelona, para conseguir una independencia que permitiría la recuperación de l’Age d’Or, no es nueva. Es simplemente la repetición de uno de los mitos políticos que en su momento estudió Raoul Girardet en su libro Mitos y mitologías políticas, no traducido por estos lares.
La ignorancia sobre el presente histórico y atisbar el mundo a través de la simple perspectiva mental del siglo XX, puede conllevar grandes desastres. Y recientemente dos importantes analistas lo han subrayado.
Por un lado Zbigniew Brzezinski, autor reciente de Strategic Vision, en una entrevista en La Vanguardia del 25-26 de diciembre de 2012, apunta su temor de que Estados Unidos se desmorone como en su momento le ocurrió al imperio romano… y aún no existe un Bizancio presto para substituirlo con la antorcha universal. 
Hay varias similitudes alarmantes entre la Unión Soviética en los años inmediatamente anteriores a su caída y la América de principios del siglo XXI’. Y añade que ‘Puesto que Europa y América son la clave de Occidente, la crisis de uno de ambos afecta la posición, la capacidad de atracción y la legitimidad histórica de Occidente. Y Occidente es una combinación de valores y creencias, así como de intereses políticos.'
En un momento de la entrevista, es preguntado sobre el caso de los intentos secesionistas que se están postulando en algunos países europeos. Brzezinski, con moderación, no duda en añadir: ‘España es un país europeo importante, y su debilitamiento debilita Europa. Ha contribuido a un malestar que podría resurgir de una manera curiosamente dialéctica e irónica, como reacción a la gran idea de una Europa más amplia. En vez de una Europa más amplia y unida, es posible que poco a poco obtengamos una multiplicidad de pequeños y medianos estados impotentes. No es una perspectiva demasiado atractiva.’
Con pocas fechas de diferencia, Javier Solanaen un artículo, a propósito del documento Global Trends 2030, y menos pesimista que Brzezinski, no duda en afirmar lo siguiente: Most important, according to the authors, if current trends continue, Asia could soon surpass North America and Europe in global power. It will have a higher GDP, larger population, higher military spending, and more technological investment. In this geopolitical context, Europe and the US need each other more than ever, making greater transatlantic cooperation crucial.
Los dirigentes políticos son los responsables de orientar a la población. No sólo de indicarles las nuevas leyes y los nuevos impuestos, sino sobretodo de plantearles cuáles son las nuevas vías por las que inexorablemente habrá que avanzar. Y estas nuevas vías o son las de las nuevas tendencias tecnológicas (que no es tener una simple web o estar en las redes sociales sino orientarse –en conocimiento, estudio, esfuerzo y atención- hacia la robótica, las smart cities, la Internet of the things, la nanotecnología, etc.) o un regreso a la alta edad media, en especial la de la época oscura.
Lo que pretenden hacer oír ambos teóricos es que hay que alargar la vista. Huir de quedar encantado ante paisajes idílicos (de un añorado pasado agrario).
 
Y enfrentarse a una realidad que está en la ventana mágica de nuestro dispositivo digital, como puede ser Singapur…
O Curitiba en Brasil...
 La nueva geografía que comporta el mundo digital debería prohibir quedar mentalmente aislado en las cuatro colinas que rodean la patria chica. 
¿Hacia donde conducir al pueblo? Aún no es tarde para superar el dilema: ¿Súbditos (de un Estado paternalista) o ciudadanos responsables de derechos y obligaciones en este momento de grandes cambios tecnológicos en los que hay que participar? 

lunes, 12 de noviembre de 2012

Ebooks con atmósfera literaria digital

Estamos aún en la prehistoria de la revolución digital —lo hemos subrayado numerosas veces— y en el terreno del libro electrónico es algo patente. El ebook existe desde hace mas de una década y el lector electrónico —lo que hoy llamamos eReader (con muchos tonos de grises) o tablet  (a todo color)— tiene parecidos lustros. Fueron las PDA y los PocketPC —que en castellano fueron conocidos como agendas electrónicas— los dispositivos que, además de otras funciones, podían leer libros digitalizados en formato PDF o Mobi, etc. ¡Diez años!
Desaparecieron las agendas electrónicas de bolsillo (auténticos ordenadores y minúsculos PC) y reaparecieron convertidas en los tablets actuales.
El libro digitalizado es viejo —aunque su popularidad sea muy reciente— pero, y eso lo queremos remarcar, es poco digital. Sí que en ellos ha desaparecido el papel y su tacto es distinto. Pero el libro digital aún no ha asumido, no ha incorporado, las potencialidades que lo digital puede aportar. Los cambios revolucionarios tardan en penetrar en la población —y en nuestro caso están tardando en el mundo editor.
(Hagamos una apostilla: Los editores de la misma manera que tienen un abogado que les asesora en los contratos con sus autores, deberían de tener también asesores de lo digital. Eso, tal vez, les permitiría evitar su desaparición frente al empuje arrollador de empresa digitales convertidas en editoras de libros —Apple, sirve de ejemplo).
¿El libro digital es aún poco digital? ¡Sí! ¿Dónde está lo equivalente a los libros antiguos con láminas de dibujos o grabados que ¡ay! daban al lector la posibilidad de penetrar en la atmósfera de la novela? ¿Hay que recordar los grabados de Gustavo Doré
Ya va siendo hora de introducir al lector en la atmósfera de la novela, ahora digitalizada. ¿De qué hablamos? Hablamos de Wonderbook.
Sony, con este Book of Spells, este Wonderbook,  está dando pasos hacia lo que puede ser una mayor digitalización del libro. ¿Un paso más de una empresa digital convertida en editora? 
Veamos qué nos puede ofrecer y sobretodo sugerir este libro de Sony.


Veamos algún detalle:



El mundo del libro, antes de que pase un lustro, será así y aún mejor.
Se habrá conseguido que lo digital te envuelva. Que una nube digital te absorba y te transporte a la lejanía. Al mundo londinense de Sherlock Holmes; al mundo romano —de la mano de Gordiano el sabueso...—, a la época de Bizancio descrita magistralmente por Gillian Bradshaw; a la Valencia de Joaquín Borrell; o a los parajes por los que deambula Harry Bosch... ¡Qué maravilla este transporte celestial/digital a los añorados mundos con los que uno ha fantaseado y que ahora, en un no muy lejano momento, podrá ver y casi palpar...! ¿Que habíamos añorado las páginas con los grabados de Doré? . ¡Cuánto habíamos suspirado porque nuestros editores —apalancados en un siglo XX que no quiere morirse— se abriesen al mundo de las nuevas tecnologías, apoyándose en las ideas y las intuiciones que los conocedores de por dónde podían ir las cosas les aconsejaban...! 
Ahora sí que tenemos a mano algo con que ilustrar aquello que sólo podíamos trasladar con palabras y alguna imagen (imagen sobre la realidad aumentada, o los códigos QR, o las animaciones vinculadas a un texto demasiado estático). Ahora sí que tenemos a mano un modelo desde el cuál avanzar con imaginación y sin reposo para trasladar las ideas a múltiples campos. Al campo de la literatura, de la ciencia, de... de todo. (Incluso en química, en física, en mecánica... y ver cómo las poleas funcionan, los motores mueven pistones o cómo las reacciones químicas producen una soluciones u otras; o ver la circulación de la sangre, las neuronas activadas en un momento emotivo, las atareadas hormigas o el trabajo interno de las plantas). Todo a punto para desplegar la creatividad del cerebro del lector/visualizador de estos nuevos y potentes libros que abrirán fronteras a la mente y que, esperemos, darán paso a unos futuros individuos formados que den rienda suelta a nuevos prodigios técnicos y creativos. ¡No hay frontera a la inteligencia humana si ésta está bien conducida!
Y, sin embargo, mucho nos tememos que el editor clásico continua en la parra del siglo XX, contentándose con frases del estilo 'el libro de papel no desaparecerá'. ¿Por qué los editores clásicos no se preguntan de una vez qué debían decir los monjes de las abadías, dedicados a copiar manuscritos, cuando vieron los primeros libros salidos de un taller artesano de un tal Gutenberg? Es muy probable que también dijeran: 'Nunca desaparecerán los manuscritos'.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Ante la primera guerra digital mundial

Nuestra prensa de papel, que está dando los últimos coletazos antes de su ida a un cementerio made siglo XX, aún no se ha dado cuenta de la primera gran guerra digital que se avecina. Una guerra que, si no se atiende con rapidez y se adecuan los pasos preventivos necesarios, puede ocasionar una de las crisis más violentas que jamás se han visto. Crítica y violenta por lo inesperada para el ciudadano actual, cobijado bajo la sombra de la glicina, meciéndose en el balancín de la sociedad benéfica socialdemócrata y jugando online con su último tablet.
Este ciudadano puede ser el protagonista pasivo de la primera guerra digital mundial (la primera cyberwar). Los avisos a los navegantes se van sucediendo cada vez a mayor velocidad; sin embargo, en nuestros lares, el desconocimiento, el hecho de ser de tierra adentro —es decir, ser aún ciudadano de siglo XX en plena segunda década del siglo XXI—, hace más preocupante la situación temida. No en todos los sitios, sin embargo, ocurre los mismo.
Pintemos la situación prevista: los aeropuertos bloqueados; el metropolitano de las grandes ciudades inservible; fallas en la electricidad provocando sobrecargas y cortocircuitos; líneas ferroviarias bloqueadas; hospitales y servicios de emergencia sitiados informáticamente, con sus ordenadores teledirigidos por cerebros ajenos; líneas telefónicas anuladas; sistema bancario bloqueado o fundido; señalización de semáforos, apagada; etc., etc. Los cyberattacks están en el orden del día.
Todas estas situaciones dependen de los circuitos electrónicos que son la perla del mundo digital. Vivimos en un mundo donde lo básico, lo que pasa desapercibido a primera vista, está encadenado plenamente al mundo del ordenador y cuando este falla todo desaparece. Casi incluso nuestra respiración. Pero no todo el mundo está en Babia.
¿Imaginación catastrofista? Tal vez. Sin embargo, tarea imperativa es atender también a esta posibilidad. Hoy ya se dan las primeras incursiones en la cyber war. Se han dado los primeros asaltos a grandes bancos. Han habido intentos de bloquear incluso Internet, consiguiendo bloqueos, más o menos duraderos, de algunos servidores de redes sociales.
Los parámetros que han de servir para darnos cuenta de la nueva situación y entrar de frente en el problema, a fin de prevenirlo, ya están encima de la mesa digital. La prensa de papel —esa que sirve para aleccionar a muchos de los políticos poco documentados—, sin embargo, aún no ha puesto suficiente énfasis en lo que está en juego. El Titanic digital puede ser tan catastrófico como fue la desaparición de la biblioteca de Alejandría, y aún más.
¿Qué hacer? Algunos países están empezando a moverse. En UK con los niños de la XBox; en EEUU con las posibilidades de, además de introducir leyes, adiestrar a técnicos informáticos en el tema de la cyberseguridad.
La seguridad informática debería de ser una de las carreras universitarias con más demanda, a la vista de lo que puede venir, a gran escala —la PGDM— y a pequeña escala. La irrupción de un hacker puede poner en un brete la web comercial de una gran compañía, apoderarse de direcciones electrónicas o de códigos de paso. (No todos los hackers son el bandido generoso como parecen traslucir algunas ideas de Pekka Himanen o, entre nosotros, de Mercè Molist).
En definitiva, la sociedad digital, que aún está verdaderamente en sus inicios, nos exige que superemos esta etapa de medievo digital, donde abundan peligrosos bosques digitales —parecidos a los que nos narraba Noah Gordon en El médico, con la descripción del bosque medieval europeo.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Partidos políticos del siglo XIX en plena Era Digital

Estamos de lleno en el siglo XXI y resulta que algunas de las estructuras por donde nos movemos son del siglo XIX. En concreto, nos referimos a los partidos políticos de nuestros lares. Partidos con eslóganes, nombres y canciones que proceden del siglo XIX o, como mucho, de inicios del XX. Partidos que con facilidad miran al pasado pero que tienen dificultades para atisbar el futuro. No son instituciones que están viviendo la atmósfera de las TIC, aunque tengan una web —también la tiene la churrería de la esquina; y si le pregunto al churrero por el futuro TIC de sus productos, me mirará como si viese un marciano. Pero el churrero, con sus dudas, se juega su futuro; con los políticos es muy distinto: nos jugamos nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Las webs de los partidos políticos son webs con perfil del año 2000, por dar fechas. Son webs que aún continúan siendo cómo los púlpitos de las iglesias, desde donde el cura, en la misa del domingo, daba consejos a los fieles y apuntaba las coordenadas permitidas por donde moverse. Hoy las webs de los políticos, sus púlpitos digitales, son y continúan siendo verticales; de arriba abajo. En lugar de fieles tienen afiliados. Y no han entendido que eso ya no se lleva y que la vorágine del mundo digital —¡Nada será igual al ahora presente dentro de 10 años!— se los llevará por delante, dejándolos en la cuneta.

Entre el púlpito digital y el cenáculo digital
El mundo digital permite técnicamente muchos cambios —imprescindibles e imperativos. El mundo TIC junta nuevas mayorías; selecciona y aglomera por niveles, preparación y orientación; reagrupa, dejando de lado distancias; pone a mano informaciones que, años ha, requerían esfuerzos y días. Las TIC empujan hacia cambios que tendrán, a la corta o a medio plazo, incidencia en el mundo de la participación y de la creación de entidades políticas.
La web de los partidos no puede seguir siendo una web estática; un aparador pasivo y propagandístico por más que se utilicen cosméticos tipo Facebook o Twitter.
Estas herramientas continúan siendo verticales: dar consignas a los afiliados o vender algunos productos.
Un partido político en un mundo TIC debería de saber utilizar las herramientas digitales para estimular la participación, la ilustración, la formación, la reflexión, la innovación y la creación de nuevos líderes. En suma, fomentar la vida sociopolítica en la era digital. Todo ello más allá del simple foro, convertido en muro de las lamentaciones.
Participación. En cualquier empresa seria del siglo XXI, ningún dirigente se atreve a presentarse hoy como la persona que más sabe sobre todos sus productos. En la industria moderna se valora el dirigente que sabe rodearse de gente que sí que es óptima en cada uno de los niveles o ámbitos de la misma. Nuestros políticos, en cambio, como rémora de una época de monarquía y nobleza, inspiradas por Dios, aún siguen asumiendo —y creyéndose— como los mejor dotados en intuición y conocimiento en todos los sentidos. Nos abstendremos de poner ejemplos.
El mundo web de cada partido debería de fomentar la participación —con nombres y apellidos, y registro autentificador— a partir de problemas, temas, sugerencias y sobre el futuro, aprovechando los saberes inmensos que la multitud puede aportar. Este canal de discusión y debate sería, además, una forma de descubrir y seleccionar cerebros, personas preparadas que, con o sin carnet, podrían más adelante insertarse en tareas concretas para solucionar casos concretos. Y eso queda más allá de los Me gusta del Facebook, o de los comentarios al viento de los tweets. En definitiva, adentrarse en el crowdsourcing.
Reflexión. Lejos de las consignas, jaculatorias, maniqueísmos y pomposas palabras vacías, se debería de poner en la palestra, en debate, el presente —y dejar para los historiadores, la preocupación por los años 40, 60 u 80 e incluso la primera década del siglo actual; la preocupación por lo que podríamos haber sido y no fue. Sin embargo, muchos partidos han perdido la brújula (y de ahí su empeño a mirar el pasado; hacia un socialismo que no ha existido —seamos magnánimos— o a un nacionalismo que se da coces con el mundo de la globalización donde existe China con 1400 millones de habitantes, Índia con 1250 millones o Brasil con 193 millones).

Y dadas las coordenadas actuales (pronta irrupción de la robótica, de la nanotecnología, etc.) el debate reflexivo debería de girar sobre el futuro inmediato. Y todo ello jugando con herramientas como las videoconferencias, vídeos grabados, material de discusión con libre acceso (mediante registro), documentos participados online, reuniones de debate con acceso digital (de oyente o participante, según el grado de inserción en el partido).
Oigo ahora quejas aludiendo al secretismo inviolable del partido. Quejas que recuerdan las aventuras de Aviraneta dentro de los grupos clandestinos de carbonarios y masones (¡siglo XIX!), que describe Baroja. ¡Ay! Que lejanos están aún los actuales partidos políticos. ¿Acaso no han atisbado ni un momento en lo que Daniel Kahneman llama ‘Adversarial Collaboration’?
Las webs políticas deberían de ser centros de recogida de propuestas, con datos y cifras, para —de arriba abajo y de abajo arriba— dotar de ideas fructíferas y realmente posibles (y no sólo literariamente elocuentes pero huecas e inoperativas) que a la vez de dar líneas de actuación real hacia el futuro servirían también para educar a los de abajo —evitándoles la tentación de caer en el infantilismo de pedir lo imposible— y forjar nuevos dirigentes que tendrían más bagaje para implementar lo que han de ser propuestas de salida. (Y en paralelo, huir de la tentación de continuar formando parte de la élite extractiva según el análisis denuncia de Daron Acemoglu, en especial aquí).
O se consigue que la web de los partidos políticos sea más viva, pasando a ser una auténtica herramienta de intercambios intelectuales reales, o aparecerán entidades o empresas que harán lo mismo —pero desde una óptica y eficiencia empresarial. Y empezarán a promover proyectos para 'gobernar' ayuntamientos o entidades superiores. ¿Quien en su momento podía intuir que la nobleza desaparecería? ¿Por qué se cree en la perennidad de los partidos políticos actuales? ¿Dónde está escrito? El mundo TIC es realmente revolucionario, sólo falta que se sea consciente de lo que pueden ofrecer sus herramientas. O se da paso a un hervidero web político, o pronto vendrán los que se apuntarán a su reemplazo. (Un último flash que puede ayudar a romper clichés y creencias: ¿Quién iba a suponer hace 15 años que empresas digitales como Google o Apple llegarían a ser tan potentes, tan gigantes, que superarían a muchas grandes industrias tradicionales?).

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Cómo crear un ebook con información de la Wikipedia

Una noticia excelente es la que nos acaba de regalar el equipo de la Wikipedia. Ahora con los artículos que contiene podemos generar amplios documentos y convertirlos a formato ebook, para nuestro deleite intelectual y sin tener que depender de una conexión a Internet.
Al final de este post hallarás un enlace a un tutorial detallado del procedimiento.
El proceso es muy simple. Una vez elegido un artículo, deberemos dar la pertinente orden de comenzar a crear el libro...
Dada esta orden, todos los artículos que queramos añadir, sólo deberemos de indicarlo.
Una vez elegidos los artículos, pasaremos a poner un título al documento o libro final, aunque antes podremos cambiar el orden de los distintos documentos y eliminar algunos, si cabe.
El último paso será elegir el formato digital y dar la orden de descargar.
En cuestión de minutos tendremos nuestro PDF, en este caso, en nuestro PC, con todos los artículos bien ordenados.
Una opción que también nos facilita Wikipedia es la sugerencia de otros artículos que pueden aumentar y enriquecer nuestro libro definitivo. Wikipedia actúa como un mayordomo cultural.
Encontrarás un tutorial detallado de cómo crear un ebook con la Wikipedia aquí. ¡Ahora ya no tienes ninguna excusa para no ser tu propio editor!

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Progreso adecuadamente hacia el fracaso profesional en la era digital

Estamos a primeros días de un nuevo curso, después de un tenue período vacacional, si lo miramos desde Europa. Ahora es cuando empieza de nuevo a arrancar la máquina; y de manera muy clara el curso escolar. Hablaremos de eso, pero antes vamos a echar un vistazo a la bolsa más tech, el Nasdaq. ¿Qué tal si miramos cómo estan las acciones de una de las más reconocidas empresas tech como es DELL?
¿Y si miramos AMD, empresa de muchos de los procesadores de los ordenadores que hemos usado durante años?
Ambas imágenes nos han de servir para darnos cuentas de que lo que funcionó ayer por la tarde, tómese eso como metáfora, ya no sirve. Que nuestro mundo —¡en el tercer milenio!— lleva una dinámica que exige estar ojo avizor para saber por dónde van y por dónde van a ir las cosas. Y hay que huir de la fácil tentación de quedarse repitiendo y reproduciendo lo que hasta ahora mismo había funcionado. Eso lleva al fracaso más estrepitoso. Repásese las acciones de DELL o AMD y verán que aquello que valía mucho, hoy vale la mitad de la mitad. ¡O menos! Y eso es debido no a las malignidades del mercado, sino al hecho objetivo de que los productos que vendían estas empresas ya no se venden (o se venden mucho menos —cierto, ¡no nos compramos ordenadores cada semana!— y el mercado de DELL y AMD está bastante saturado). Y esto son hechos (y no deseos o valoraciones). Las cifras —¡ay, Pitágoras, cuánta razón tenías!— no engañan.

Pues a pesar de estas evidencias que cualquier persona con interés de observación vería fácilmente, resultan que son todo menos evidentes por estas tierras que vieron crecer a Gaudí y que hoy, junto con el Barça, son motivo de admiración. Pero sólo ámbos (Gaudí y Barça) son motivo de orgullo, porque sus políticos, los de aquí y por la parte que les pertoca, los de más allá del Ebro, no han pasado aún la hoja de calendario (del mes, ni la del siglo, ni la del milenio). Continuan con proyectos embaucadores sobre educación. Continuan con un pseudopaternalismo educativo que lleva a los jóvenes a un fracaso cantado. ¿Muestras?
Echemos un vistazo a un periódico como La Vanguardia el cual con fecha del sábado, 14 julio 2012, página 22, nos presenta un informe sobre las preinscripciones en las siete universidades públicas catalanas. 48.240 personas, chicos y chicas la mayoría, se han inscrito para obtener una plaza universitaria. Hecho, de entrada encomiable, pero..., hay algunos puntos negros en este hecho. Muchas de estas personas después de 4 ó 5 años no encontrarán ningún trabajo relativo a sus estudios. ¿Quieren que les cuente de qué trabaja aquel ex-universitario, con el título de sociólogo en el bolsillo? ¿Quieren que les cuente de qué trabaja aquella joven, que ahora vive en Madrid, con su título de licenciada en Ciencias Políticas colgado en el comedor? Joven, por cierto, que me pedía con dolor consejo después de haber fracasado enviando currículos inservibles para la empresa de hoy. ¿Hasta cuándo habrá que esperar para que nuestros políticos —y esperemos que tengan algún título superior al de 'bachiller'— tomen el asunto seriamente y no lleven a un fracaso cantado a más generaciones?
Pero continuemos con el informe del susodicho periódico y repasemos la imagen anterior y veamos qué es lo que más atrae a nuestros estudiantes. Nuestros futuros universitarios quieren ser médicos, psicólogos y maestros. Y hay muy pocas vocaciones para ingenierías. Y así nos irá. ¿Se sabe cuántos médicos se necesitan? ¿Se sabe cuántos maestros serán necesarios dentro de un lustro? ¿Se les ha dicho eso a estos estudiantes? ¿Se les ha explicado qué demandará el mercado? ¿El que? —oigo que el encopetado político de turno me pregunta. ¿El maligno mercado? —añade.  Sí— respondo, recordando la negativa de una sobrina, con título de traductora e intérprete en alemán, que ha rechazado trasladarse a Rusia para un trabajo adhoc. En fin, personas con síndrome siglo XX.
Añadamos que no deja de sorprender que en el mismo periódico, que tiene como referencia este documento oficial, se subralla con sorpresa que no ha variado la demanda de estudiar arquitectura —en un país donde hay viviendas construidas y sin habitar para más de una generación. Y, por otro lado, véase la imagen siguiente donde se ocultan detalles sobre los títulos con menor inscripciones —toda una conducta pseudosoviética que pretende ocultar un mal uso del dinero público.
El periódico, honradamente, ofrece unas cifras del año anterior que son espeluznantes (por lo que se da en las universidades y por lo que no se da —como es la Ingeniería de Sistemas Electrónicos por la UPC).
¿La catástrofe está cantada? Una más se dirá. ¿Cómo lo podemos afirmar? Mirando lo que están haciendo otros países. Del STEM hace ya tiempo que hablamos de ello. Y en Catalunya y España viviendo no en Marte sinó en Plutón. En Catalunya sí, es cierto, preocupa la Universidad.
Sobre todo preocupa quién puede ser rector, quien puede mandar. Los políticos han visto una brecha para encontrar otro merendero, que diría Pérez Galdós. Eso sí, con una vestimenta ideológica que oculte la zona del forraje, continuando con metáfora que firmaría Galdós.
Hace unos años (en 2010), a bombo y platillos, se lanzó el proyecto de un portátil para cada alumno, en varias zonas de la península, pensando que eso, cual varita mágica, convertiría en alumno TIC a todo bicho escolar viviente. Por este mismo razonamiento, conducir coche debería ser equivalente a saber construir uno. Y eso, señores políticos, con bachiller o sin él, eso no es así. Para crear una futura sociedad activa en las TIC se requiere otras cosas. ¿Por ejemplo?
Los estudiantes de Estonia —del grado 1 al 12— serán encaminados hacia la programación de webs y aplicaciones para PC y smartphones. Eso sí que es usar realmente el cerebro con las tecnologías; lo otro, lo de nuestro país, es jugar con ellas (y lo dice quien fue desde la última década del siglo XX profesor de informatica de usuario con alumnos de enseñanza secundaria). En Estonia se han dado cuenta —¡han abierto los ojos!— que las empresas... "Many companies struggle to find decent programmers", buscan buenos programadores. ¿Estonia? ¿Qué pinta Estonia aquí? Pues, tu Skype, este programa que usas para comunicarte mediante videoconferencia con tus amigos y conocidos fue desarrollado por programadores de Estonia y dirigido por los estonios, hasta hace poco en que fue comprado por Microsoft por 8,5 mil millones de $ en efectivo. Y esto sí que es hacer país.

miércoles, 25 de julio de 2012

El dios digital que todo lo ve

Hoy en un mensaje a una de mis interlocutoras preferidas se me ha aparecido el dios digital. Quien firma esto era hasta estos momentos un escéptico, pero ha llegado el momento de pedir perdón y reconocer los errores de la incredulidad. Los hechos han ocurrido del siguiente modo.
Recibo un correo de una de las más inteligentes empresas de edición de libritos digitales (gratis; con anuncios inteligentes e incluso provechosos en cada n páginas). Me refiero a bookboon que es una empresa editora que tiene muchos, muchos libritos interesantes para prender de ellos e incluso disfrutar con ellos (por ejemplo las guías de viaje). Sin pensarlo ni un instante accedo a la web para bajarme algunos de los PDF que me pueden ayudar a ponerme al día en inteligencia emocional, etc.
De inmediato estas neuronas que no controlas y que te transportan a los momentos más intensos de la vida, se desatan y te plantean: 'Estos libritos le irían bien a Alicia'. '¡Es verdad!, me respondo. Y de inmediato preparo el mail para mi interlocutora que, por aquello del placer de usar un seudónimo equívoco, utiliza uno de varón.
El caso es que le comento la información sobre los libritos, pero además lo hago en un diálogo dirigido a un 'varón' (recordemos que es una dama la receptora del futuro mail). Y como lo trato de 'bonic' en lugar de 'bonica' (bonito / bonita) y le mando un besazo (un 'petonàs'), me río del sr. Google que difícilmente podrá entender que mis 'supuestos amores' diverjan yendo de mujeres a hombres. El sr. Google 'anirà de corcoll', apunto. (El sr. Google irá de cabeza).
Cuando estoy a punto de mandar mi mensaje del Gmail, la divinidad, que todo lo ve, me avisa...
¡Ha leído mi mensaje! y ha entendido (erróneamente) que le adjuntaba algo y me avisa: 'En el mensaje has escrito "adjunto"... ¿Quieres adjuntar algún archivo?'
Ahora sí que creo en el dios digital, el que todo lo ve y por eso (casi) lo sabe todo.
Pero, sin caer en pesimismos adelantados, voy a detenerme ahí en la anécdota, evitando la tentación de entrar a fondo en la categoría (el 'gran hermano', la manipulación, el fin de la libertad, etc.). Mi vendedora de fruta también sabe quien es mi esposa y cuando me ve que doy un beso a mi hermana (a quien no conoce) abre los ojos como pámpanos. Por no hablar del cajero de mi banco cuando voy a pagar los impuestos. Éste incluso se sabe de memoria si están en rojo las cifras de mi libreta. ¡Ay!

viernes, 29 de junio de 2012

Infección vírica paseando por la Web

Un simple paseo por la red puede acarrearnos un resfriado digital. En la actualidad no es necesario bajar a los infiernos digitales —estos espacios donde los piratas están en connivencia con hackers antiéticos, con los creadores de virus, con aspirantes a riqueza inmediata mediante accesos ilegales, y otros próceres del mal vivir. No es necesario alejarse del rumbo blanco y aparentemente plácido e inocente de la red de redes para quedar impregnado de virus, que en muchos casos nuestro antivirus puede no detectar.
En la imagen siguiente, en un proceso de examen de varias webs de información económica, podemos ver cómo el antivirus —en este caso la versión gratuita de Avira— sí que nos avisa de que en la caché se han colado y colocado tres copias de un virus de script JAVA.
La caché web es el almacén donde nuestro navegador guarda páginas e imágenes de la web para que así, en una nueva visita a esta dirección, sólo tenga que bajar la nueva información; la información repetida la recogerá de la caché, consiguiendo que una navegación más rápida. 
Pocas horas antes de este episodio, y preparando algunos tweets para la jornada, en el momento de acceder a un post de un amigo del Twitter, el propio navegador, el Google Chrome, ha sido el que nos ha alertado de un lugar web peligroso.



Ante este hecho y conociendo perfil profesional de nuestro amigo, no hemos dudado en mandarle noticia del hecho.
 Un simple DM, con una mínima información, ha servido para dar la alertar.
En el mensaje privado, se añade una dirección donde se puede ver la imagen de advertencia sobre la peligrosidad de su web
Pasado cierto tiempo, y comprobado que la web ya funciona perfectamente, nuestra curiosidad nos lleva a contrastar una sospecha. Y he ahí el pequeño intercambio de información.
La mañana no termina sin una nueva sorpresa. Al acceder a un enlace de otra web, es el propio navegador el que nos avisa sobre un contenido inseguro.
Si hacemos un clic en el enlace de Más información podremos obtener datos que nos asesorarán sobre lo más recomendable…
En definitiva, pasear por la web, por las distintas rutas de la superficie de Internet, no es en la actualidad un recorrido tranquilo. Si uno no está protegido —con antivirus y navegadores actualizados y preparados— puede verse sorprendido con la típica enfermedad digital: el malware (troyanos, gusanos, virus, rootkits, spyware, etc.) puede ocasionar que nuestro PC deje de funcionar (cosa que sería grave) o que no podamos acceder a Internet (cosa cuya gravedad es equivalente a la anterior). En otras palabras, el bosque de la Red está cada día más lleno de maleantes informáticos y, a la corta o a la larga, habrá que crear los vigilantes digitales, como así aconteció con los bosques reales en la historia europea. La situación peligrosa de estos bosques la podemos ver  reflejada en la espléndida novela de Noah Gordon, El médico, cuando el protagonista, en pleno siglo XI, para llegar a Ispahán (Persia) deberá de atravesar los bosques centroeuropeos en la caravana protectora de un grupo de judíos. Estamos, pues, en la edad media digital, con muchos maleantes en los frondosos bosques de Internet. Y, a nuestro entender, en los inicios de la misma.

viernes, 22 de junio de 2012

El aguador digital o el cambio de intermediarios

Dolorosa es la vida del que despierta un día y se da cuenta que el mundo ha cambiado. Realmente el mundo ha venido cambiando sin descanso, pero nuestro protagonista, empeñado en negar la realidad, había ido transitando como si el ayer fuera a repetirse mañana. Ya no existe El aguador de Velázquez; ya no existen las serrerías que poblaban las calles de nuestra infancia, ni los herreros que cuidaban el calzado de las caballerías. El mundo ha cambiado con el empuje tecnológico, y más cambiará. Y hoy, ahora mismo, ha sido cuando nuestro protagonista ha abierto los ojos —esperemos que no sea demasiado tarde.
El aguador de Sevilla de Velázquez
En el amplio abanico económico, profesionales y comerciantes están viendo cómo el mundo que consideraban inalterable está quebrándose.
La crisis también se manifiesta con el cierre de locales comerciales. Los antiguos inquilinos han preferido poner el negocio online. Aquellos 1.000€ o incluso 3.000 que habían de sufragar cada mes en concepto de alquiler se han abaratado con la confección de la web. Los comercios han bajado la persiana...
Y han optado por la opción online.
Pero… Repasemos la historia más reciente de este fenómeno. Echemos mano de lo que hicieron los negociantes más avispados ante la aparición de Internet: sin dudarlo, ¡abrieron su aparador digital al mundo! Fueron, sin embargo, pocos, y muchos de ellos lo hicieron mal. Plantaron su aparador digital y lo dejaron momificado esperando que los curiosos consumidores viniesen a ellos. Su error fue no darse cuenta de que se requería la intervención de nuevos intermediarios; la ayuda, bajo compensación económica, de los nuevos profesionales. ¿Creyeron ingenuamente que con sólo la presencia en la web, lo demás —hacer caja— se daría por añadidura?

Online or not online, no es la verdadera cuestión. No sólo hay que tener una vida online, sino que hay que provocar que nos vean, que nos quieran ver, que nos quieran comprar, que nuestros servicios y productos resulten casi imposibles de evitar, que nuestra seducción sea la fragancia con que nuestros consumidores, nuestros clientes, deseen envolver parte de su vida, de su ser. Que nos quieran. En caso contrario, sólo habremos conseguido tener un nicho en el cementerio digital, donde las webs están muertas.
Se requiere, pues, de la acción de nuevos profesionales que vengan a sustituir a los antiguos intermediarios. SEO, SEM, community managers, asesores en marketing digital, diseñadores web, expertos en newsletters o en seguridad digital... (PDF de 118 páginas sobre nuevas profesiones, aquí) He ahí una multitud de áreas que están irrumpiendo en el espacio económico que existe entre la oferta y la demanda; entre vendedor y comprador. Se necesitan estos profesionales; esto es, se necesita que se reciclen muchas de las antiguas profesiones poco adecuadas al presente. Hay que abrir los ojos a los nuevos tiempos. Y ser atrevidos porque ni el mundo ni la historia van a esperar.
Ya no existe El aguador de Velázquez; ha sido sustituido por el aguador digital.