Los grandes cambios o de profundidad han sido pocos. Nos referimos a las revoluciones con trasfondo económico. Los primeros fueron muy lentos. La primera, la agraria que se da en el neolítico con el paso de una economía recolectora a una de producción agraria y ganadera. Tuvo una permanencia de milenios. Y aunque vivió cambios, estos fueron leves; no de profundidad. La siguiente fue la industrial; hoy reconocida como la primera revolución industrial, que se dio en Gran Bretaña desde 1760 hasta 1840 aproximadamente. Desde allí se fue expandiendo por Europa y más allá. Fue lento el proceso pero, como se puede ver, mucho menos que la anterior alteración económica. El siguiente paso vino de la mano de la electricidad y el gas con unas máquinas y procesos relevantes como coches, aviones, telégrafos, teléfonos o la radiodifusión. Todo ello alteró de nuevo el orden de las cosas. La tercera revolución industrial tiene una historia mucho más reciente. Algunos aún recuerdan haber visto en su infancia algún gran cambio.
El trastrueque de tareas llevó a la liberación de una de las faenas más engorrosas adjudicada a las mujeres. Por otro lado, y en muchos sitios con anterioridad, las fuentes en las plazas dejaron de ser imprescindibles cuando aparecieron los grandes depósitos y los lampistas que se dedicaron a acercar el agua a las viviendas. Pronto aparecieron las nuevas bañeras y se dieron muchas disrupciones más.
Hoy las disrupciones se están multiplicando y de forma acelerada. Robots y automatizaciones están a la orden del día. Están desapareciendo las tareas mecánicas y de baja cualificación o preparación profesional.
Por otro lado, hay también una grave crisis provocado por la alta demanda y la carencia de un número suficiente de profesionales con perfil digital. Son numerosos los países que se están dando cuenta de este gap (skills gap). Es preocupante dada la prevista competencia en precios que existirá entre industrias altamente automatizadas y las industrias exclusivamente con fuerza de trabajo humana. Los precios dispares provocaran fuertes temblores económicos y difícilmente se podrán poner puertas a este campo. Aún se está a tiempo para subirse al tren de esta nueva revolución, la de la Cuarta revolución industrial. Es urgente cambiar el chip.
Ahora el perfil profesional demandado exige innovación, creatividad y habilidades digitales (digital skills). Ha terminado el tipo de trabajo mecánico poco creativo. En la anterior etapa económica, la de la segunda y tercera revolución, quien introducía la creación era la máquina; el trabajador era un simple apéndice de los productos que fabricaban, por ejemplo, las máquinas de hacer calcetines. Hoy se necesita, y cada vez se necesitará más, un perfil profesional que será en cierta medida parecido al artesano medieval que en su época fue creativo y mañoso. Hoy hay que tener y se está exigiendo —y pagando suculentos sueldos—, un importante bagaje digital y creatividad. La necesidad de innovación es altísima.
¿Innovación? ¡Sí! Porque todo está por rehacerse. Todo cambiará. Aparecerán nuevas tareas y nuevos objetos —el teléfono móvil en nuestro bolsillo puede ser un buen ejemplo de novedad insospechada, aunque hoy tengamos la impresión de que es un objeto con mucha historia. Y aparecerán nuevas profesiones. El cambio es acelerado. Es preciso cerrar el caduco televisor, fábrica de perder tiempo, y otear constantemente por la excelente ventana que es el internet profesional —que queda muy allá del simplista internet del entretenimiento.
En este momento histórico, perder el tiempo es muy peligroso. No nos podemos permitir dejar escapar el tren de la nueva revolución, la de la industria 4.0. Es preciso situarse adecuadamente. Las profesiones con carga tecnológica tendrán fuerte demanda. Aún está por ver qué pasará con las profesiones orientadas a las humanidades. En todo caso, hay que abandonar, rápidamente, los viejos esquemas del siglo XX. Este siglo que hemos dejado —aunque mucha gente aún se mueve dentro de sus esquemas— es una época que hay que verla tan anticuada como la de la Alta Edad Media. No hacerlo, permanecer con una pertinaz ceguera, es ahondar el pozo que en diez años nos engullirá.
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martes, 31 de enero de 2017
jueves, 10 de octubre de 2013
Posicionamiento y la Internet festiva
Hoy, con motivo de una conferencia en la sede de la UOC en Tortosa, aparece una entrevista mía en catalán que es una buena síntesis de las respuestas, que traducidas, presento a continuación.
¿Por qué es importante el posicionamiento en la red?
El posicionamiento en Internet está relacionado con ser visible o permanecer invisible a los posibles clientes de nuestro negocio online. Hay tiendas (¡y también hoteles!) que solamente han colgado su web y ya creen que con eso es suficiente para que se acerquen los clientes. En Internet hay herramientas que nos muestran claramente la existencia de errores como esos; es decir, negocios online invisibles.
La tarea del posicionamiento —que es el trabajo del SEO— consiste en procurar que una web —la mayoría de sus páginas web— aparezca en los primeros resultados de búsqueda, en un buscador. Así, hay muchas posibilidades que sea conocida esta web, que tenga visitas i que de estas, algunas o muchas se conviertan en clientes.
Hacerte visible es importante, pero también lo es la reputación. ¿Es así?
La visibilidad es un tema relevante para las tiendas y servicios online. La reputación es un concepto que alcanza no sólo a los negocios (¡se ha de cuidar la marca!), sino que también puede afectar a cualquier ciudadano que tenga una presencia en el mundo virtual.
Así como a un negocio online le interesa tener buena fama —obtener y mantener un gran prestigio—, también a cualquier persona que se mueve por Internet —que está en el Facebook o en el Twitter— ha de cuidar mucho lo que dice y cuelga online, ya que está dejando marcas biográficas que con posterioridad, en algunos casos, pueden tener efectos no deseados.
¿Hemos de dejar de lado los algoritmos y dedicarnos principalmente a querer más nuestro producto?
Cuando hablamos de algoritmos estamos dentro del sistema de funcionamiento de los buscadores a la hora de poner en orden los millones de páginas web que existen y que nos muestran cuando hacemos una búsqueda, por ejemplo en el Google. Si examinamos nuestra conducta habitual, en estos casos, nunca llegamos a examinar los resultados de la página 5 del buscador. Y muchas veces, ni de la tercera ni de la segunda. Hacemos clic simplemente en los primeros resultados que nos ofrece la primera página.
Así que, si tenemos un
negocio online, nos interesa aparecer pronto en la primera página. Y con un
buen SEO, hay empresas que después de 4 meses de existencia online, ya aparecen
en la página cuarta de un listado de miles de páginas; con un poco más de tiempo,
en la segunda y finalmente en la primera.
Eso no ha de impedir querer nuestro producto. Si hacemos un buen producto, bien elaborado, es muy probable que nos guste mucho que la gente se interese por él. Ahora bien, este artículo ha de tener en cuenta una serie de factores básicos: innovación, utilidad, necesidad, economía y deseo. Si en este producto concurren muchos de estos factores, seguro que tiene carrera y será reclamado por nuestros futuros clientes.
¿Cree que falta comunicación entre departamentos en las empresas? ¿Más implicación en los procesos de cualidad significa mejoras en marketing?
Es fundamental que en las grandes empresas con diversos departamentos, cada uno de los cuales está orientado a desarrollar tareas específicas, existan puntos comunes de encuentro y, sobretodo, en diversos momentos de la creación de un proyecto o de su modificación. Entonces este proyecto podrá ser receptor de los interesantes matices de las diversas perspectivas procedentes de los diferentes departamentos.
Ahora bien, también hay que evitar que uno de los departamentos —¡algunas veces puede ser el de marketing!— se exceda y se genere un producto que no tenga salida en el mercado. En el mundo de la tecnología digital hay muchos ejemplos de este tipo de fracaso. ¿Windows 8 podría servir de ejemplo?
Hay gente que últimamente comenta que está saturada de la información que le llega por las redes y por Internet en general. ¿Qué le diría?
Internet es una mina llena de información; de información de todo tipo; de diversa cualidad y categoría.
En Internet, de igual forma que en el mundo físico, es puede aprovechar el tiempo (y la información) o perderlo. De la misma manera como en la vida cotidiana diferenciamos entre días laborables y días festivos, habría que saber distinguir también dos usos de Internet: la Internet profesional (con la tarea de acaparar información para mejorar cultural y profesionalmente) y la Internet festiva (donde compartir fotografías, inquietudes, anécdotas, con las amistades; de la misma forma que en la terraza de un bar del mundo real hacían nuestro abuelos y padres y que, algunas veces, aún se hace...).
Cuando hablamos de algoritmos estamos dentro del sistema de funcionamiento de los buscadores a la hora de poner en orden los millones de páginas web que existen y que nos muestran cuando hacemos una búsqueda, por ejemplo en el Google. Si examinamos nuestra conducta habitual, en estos casos, nunca llegamos a examinar los resultados de la página 5 del buscador. Y muchas veces, ni de la tercera ni de la segunda. Hacemos clic simplemente en los primeros resultados que nos ofrece la primera página.
Eso no ha de impedir querer nuestro producto. Si hacemos un buen producto, bien elaborado, es muy probable que nos guste mucho que la gente se interese por él. Ahora bien, este artículo ha de tener en cuenta una serie de factores básicos: innovación, utilidad, necesidad, economía y deseo. Si en este producto concurren muchos de estos factores, seguro que tiene carrera y será reclamado por nuestros futuros clientes.
¿Cree que falta comunicación entre departamentos en las empresas? ¿Más implicación en los procesos de cualidad significa mejoras en marketing?
Es fundamental que en las grandes empresas con diversos departamentos, cada uno de los cuales está orientado a desarrollar tareas específicas, existan puntos comunes de encuentro y, sobretodo, en diversos momentos de la creación de un proyecto o de su modificación. Entonces este proyecto podrá ser receptor de los interesantes matices de las diversas perspectivas procedentes de los diferentes departamentos.
Ahora bien, también hay que evitar que uno de los departamentos —¡algunas veces puede ser el de marketing!— se exceda y se genere un producto que no tenga salida en el mercado. En el mundo de la tecnología digital hay muchos ejemplos de este tipo de fracaso. ¿Windows 8 podría servir de ejemplo?
Hay gente que últimamente comenta que está saturada de la información que le llega por las redes y por Internet en general. ¿Qué le diría?
Internet es una mina llena de información; de información de todo tipo; de diversa cualidad y categoría.
En Internet, de igual forma que en el mundo físico, es puede aprovechar el tiempo (y la información) o perderlo. De la misma manera como en la vida cotidiana diferenciamos entre días laborables y días festivos, habría que saber distinguir también dos usos de Internet: la Internet profesional (con la tarea de acaparar información para mejorar cultural y profesionalmente) y la Internet festiva (donde compartir fotografías, inquietudes, anécdotas, con las amistades; de la misma forma que en la terraza de un bar del mundo real hacían nuestro abuelos y padres y que, algunas veces, aún se hace...).
¿Cómo nos cambiará como personas este paradigma tecnológico? ¿Hacia dónde evolucionaremos?
Hay un libro de Thomas Friedman, The World Is Flat (El mundo es plano), que recomiendo leer, en el cual se indica que en la actualidad nos encontramos en un cambio tan revolucionario como lo fue el descubrimiento de América por parte de Colón. En aquel caso, como ahora, cambió completamente la perspectiva que tenía la gente sobre el mundo.
Internet y la revolución de las TIC, si se examina a fondo, está cambiando —querámoslo o no— nuestro mundo. Ahora bien, estamos solamente en la prehistoria de este cambio tecnológico. El próximo paso será la robótica que tendremos por casa y que responderá a nuestras órdenes verbales.
Con Internet y las redes sociales, las distancias han desaparecido y el tiempo casi siempre es presente. Tu puedes ayudar, con un tweet, a gente que está a miles de kilómetros de distancia, pasándole una información relevante. El mundo cada vez es más plano. Están desapareciendo las fronteras entre la gente. El cosmopolitismo clásico —sentirse ciudadano del mundo— parece estar cada vez más a la vista.
¿Internet nos ha abierto los ojos al mundo o nos ha encerrado en una habitación alienados por una pantalla?
Internet es una herramienta y como en toda herramienta, se puede hacer un buen o un mal uso. Y es preciso hacer un buen uso de ella por aquello de la supervivencia profesional.
Por otro lado, hay que interpretar Internet como un signo; un signo de un gran cambio de época. El mundo digital —la digitalización de los negocios, la automatización, etc., —que comporta la existencia de la informática y de los cada vez más potentes procesadores, provocará a corte plazo la desaparición de muchas profesiones, de igual forma como la revolución industrial en el siglo XIX y XX hizo desaparecer el sistema de trabajo artesano.
Ahora esta revolución digital que se está iniciando hará desaparecer muchos puestos de trabajo —los de más bajo requisito intelectual— y, por contra, exigirá gente mucho mejor preparada para llevar a término tareas asociadas y derivadas de esta digitalización de empresas y servicios.
Quien utilice solamente Internet como Internet festiva, o que no sepa darse cuenta de lo que ahora se precisa, quedará al margen y su situación no será muy ventajosa, por decirlo de una manera suave.
Hay que estar al tanto del momento histórico en que nos encontramos y dejar de mantener creencias y suposiciones que podían ser aptas en las últimas décadas del siglo XX, pero que ahora no lo son.
En la gran lucha competitiva por el posicionamiento en el futuro tech, hay mucha gente y mucha mejor preparada que los de aquí. Si la gente no se pone las pilas, este país pasará a ser un país momificado —es decir, un país que ha entrado en un lento declive.
Internet y la revolución de las TIC, si se examina a fondo, está cambiando —querámoslo o no— nuestro mundo. Ahora bien, estamos solamente en la prehistoria de este cambio tecnológico. El próximo paso será la robótica que tendremos por casa y que responderá a nuestras órdenes verbales.
Con Internet y las redes sociales, las distancias han desaparecido y el tiempo casi siempre es presente. Tu puedes ayudar, con un tweet, a gente que está a miles de kilómetros de distancia, pasándole una información relevante. El mundo cada vez es más plano. Están desapareciendo las fronteras entre la gente. El cosmopolitismo clásico —sentirse ciudadano del mundo— parece estar cada vez más a la vista.
¿Internet nos ha abierto los ojos al mundo o nos ha encerrado en una habitación alienados por una pantalla?
Internet es una herramienta y como en toda herramienta, se puede hacer un buen o un mal uso. Y es preciso hacer un buen uso de ella por aquello de la supervivencia profesional.
Por otro lado, hay que interpretar Internet como un signo; un signo de un gran cambio de época. El mundo digital —la digitalización de los negocios, la automatización, etc., —que comporta la existencia de la informática y de los cada vez más potentes procesadores, provocará a corte plazo la desaparición de muchas profesiones, de igual forma como la revolución industrial en el siglo XIX y XX hizo desaparecer el sistema de trabajo artesano.
Ahora esta revolución digital que se está iniciando hará desaparecer muchos puestos de trabajo —los de más bajo requisito intelectual— y, por contra, exigirá gente mucho mejor preparada para llevar a término tareas asociadas y derivadas de esta digitalización de empresas y servicios.
Quien utilice solamente Internet como Internet festiva, o que no sepa darse cuenta de lo que ahora se precisa, quedará al margen y su situación no será muy ventajosa, por decirlo de una manera suave.
Hay que estar al tanto del momento histórico en que nos encontramos y dejar de mantener creencias y suposiciones que podían ser aptas en las últimas décadas del siglo XX, pero que ahora no lo son.
En la gran lucha competitiva por el posicionamiento en el futuro tech, hay mucha gente y mucha mejor preparada que los de aquí. Si la gente no se pone las pilas, este país pasará a ser un país momificado —es decir, un país que ha entrado en un lento declive.
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domingo, 12 de septiembre de 2010
¿Qué trabajos serán necesarios en el futuro tecnodigital?
La revolución, más que evolución, tecnológica del presente, y dejemos de lado la que está por venir, está generando nuevos tipos de trabajo y abandonando como obsoletos otros que hasta hace quince días eran muy frecuentes, como el de tonelero o el de fabricante de confesionarios, por usar los ejemplos que pone La Vanguardia en uno de sus artículos digno de mención.
La revolución tecnodigital y, consecuentemente, la Internet profesional están fraguando unas perspectivas que, como no se den cuenta nuestros políticos, más inclinados a mirar el pasado que al futuro, pueden dejar a la ciudadanía en un ostracismo laboral de consecuencias inenarrables. El artículo mencionado huye de cualquier metafísica y parte de unos informes serios como el de FastFuture, cuyo extenso report en inglés se puede obtener aquí.
Y un resumen en dos páginas, sobre veinte empleos del inmediato futuro, aquí.
En el artículo en cuestión se da un margen de hasta veinte años —hasta 2030—, sin embargo, muchos de las profesiones que subraya serán imprescindibles en el plazo de 5 años, y algunas antes de este término. Alguna vez hemos puesto entre cursiva la idea de Thomas Friedman The World is flat —el mundo actual ya es un pañuelo! como se podría traducir. Si se tiene esta idea in mente, será fácil entender algunos de los ejemplos que pasamos a reseñar sobre los nuevos trabajos que será necesario atender si se quiere subir en el tren de lo tecnodigital.
Profesiones médicas y científicas
Consejero médico genético. Encargado de asesorar sobre el tratamiento de las patologias a partir del genoma de los pacientes, con estudios médicos y biotecnológicos.
Nanomédico. Médico con formación nanotecnológica, que deberá de combinar conocimientos de medicina, robótica, biotecnología y biomedicina.
Cirujano de la memoria. Experto en nanomedicina orientado a implantes de chips de memoria.
Regenerador de tejidos corporales. Experto en cirugía plástica, robótica, genética, biotecnología y biomedicina.
Geomicrobiólogo. Con formación en geología, microbiología y ciencias ambientales, se especializará en la creación y cultivo de microorganismos orientados a la medicina o para técnicas de control ambiental.
Técnico en eficiencia energética. Será un profesional con estudios en ingeniería orientada a las energías renovables y al control de la eficiencia en edificios y máquinas energéticas.
Reciclador ambiental. Experto en física y química que se centrará en el reciclado de los residuos para su conversión en material renovado o en fuente energética.
Profesiones relacionadas con Internet
Gestor de comunidades. Encargado de la gestión de foros y comunidades donde pueda incidir una entidad o empresa determinada, con la misión de identificar grupos de personas afines cuyos gustos se puedan canalizar. Al tener estas comunidades un carácter transnacional, será imprescindible dominio idiomático, formación humanística, además de conocimientos de márketing y capacidad de comunicación.
Abogado tecnólogo. Las operaciones comerciales, en "el mundo plano", a través de Internet, exigirán la existencia de expertos en leyes transnacionales que puedan ayudar a regular y resolver conflictos entre empresas de distintos países.
Posicionador de marcas en la Red. Las compañías, con un mercado de alcance global, deberán de poseer gestores que coloquen su marca, sus servicios, en las redes sociales y en los puntos neurálgicos de la red, donde puedan localizar su auténtico target.
Creador y gestor de marca personal. Existir será equivalente a estar en la red. Y viceversa. Por ello, si no se es experto, se deberá de tener quien cuide de la imagen o marca personal en la red, desarrollándola en las redes sociales, en los microblogging, etc.
Avatar o profesor o médico virtual. Serán expertos en dirigir y manejar soportes físicos (robots) que puedan entrar en contacto, pero a distancia, con alumnos o pacientes, para un nivel de atención determinado.
Controlador de datos personales. La privacidad y la imagen será un valor cada vez más vulnerable y apreciado. De ahí la necesidad de tener quien pueda proteger o evitar, y en caso necesario limpiar, todo aquello que pueda originar algún detrimento de la propia identidad personal digital. Este experto deberá de tener conocimientos de informática y de derecho.
Organizador virtual. Será el encargado de gestionar el volumen de información recibida con la finalidad de organizarla y sistematizarla, además de controlar la información sensible.
Seleccionador de contenidos. El aumento progresivo de información que llegará del mundo plano y que puede ser de vital interés para las empresas, exigirá la existencia de este tipo de expertos que tenga como prioritario filtrar la información, además de buscarla, creando las herramientas pertinentes al respecto. Además, deberán de organizarla de tal manera que sea fácil su manejo, su almacenamiento y la rápida recuperación en caso necesario. Además, deberá de ser perspicaz en detectar las tendencias (trends) que en el marco de la empresa puedan fructificar de una u otra manera.
Profesiones tecnológicas
Ingeniero de robots. La robótica será la nueva revolución tecnológica que está al caer. Las máquinas inteligentes, algunas con capacidad de funcionar mediante la voz, estarán a la orden del día. Todo aquello que se pueda automatizar, se automatizará. Y será misión de estos expertos.
Constructor de vehículos alternativos. El coche eléctrico es un simple primer paso de una larga historia que queda por recorrer. Los nuevos ingenieros y mecánicos deberán de diseñar alternativas viables energéticamente.
Holografista. Expertos en este campo tendrán un amplio recorrido en el terreno de la animación y de la creación de espectáculos digitales en tres dimensiones.
Especialista en adquisición y fusiones empresariales. El mundo plano o globalización 3.0 conllevará la fusión de empresas situadas en distintas partes del globo. Por ello se deberá recorrer a analistas y abogados expertos en este tipo de actuaciones.
Asesor cultural global. El mundo de los negocios se extenderá a cualquier parte del globo. Este experto será el encargado de asesorar a los ejecutivos para que su actuación y apariencia personal no sea un motivo de fracaso en una operación de política comercial.
Broker de talento. Seran los encargados de filtrar y redirigir a profesionales para que se circunscriban en el área o en el país más adecuado para un buen resultado empresarial.
Consultor en simplificación y rediseño de negocios. La variabilidad de los mercados y los cambios tecnológicos exigirá la existencia de profesionales que sean aptos para racionalizar, simplificar y sistematizar procesos, tecnologías y diversas estrategias de márketing de las empresas con difusión global.
Especialista en microdifusión. La multitud en la red, entendida como consumidora de información y entretenimiento, exigirá la existencia de una segmentación que atienda de manera especializada las medianas y/o microaudiencias, llegándose, incluso, a ofrecer contenidos para minorías interesadas.
Es difícil decir si, en donde estamos, se llegará pronto o tarde a estos cambios profesionales. De hecho, algunas de estas profesiones ya existen y están operando. En todo caso, a partir del impacto de lo tecnodigital, en el mundo del trabajo, nada volverá a ser como antes.
La revolución tecnodigital y, consecuentemente, la Internet profesional están fraguando unas perspectivas que, como no se den cuenta nuestros políticos, más inclinados a mirar el pasado que al futuro, pueden dejar a la ciudadanía en un ostracismo laboral de consecuencias inenarrables. El artículo mencionado huye de cualquier metafísica y parte de unos informes serios como el de FastFuture, cuyo extenso report en inglés se puede obtener aquí.
Y un resumen en dos páginas, sobre veinte empleos del inmediato futuro, aquí.
En el artículo en cuestión se da un margen de hasta veinte años —hasta 2030—, sin embargo, muchos de las profesiones que subraya serán imprescindibles en el plazo de 5 años, y algunas antes de este término. Alguna vez hemos puesto entre cursiva la idea de Thomas Friedman The World is flat —el mundo actual ya es un pañuelo! como se podría traducir. Si se tiene esta idea in mente, será fácil entender algunos de los ejemplos que pasamos a reseñar sobre los nuevos trabajos que será necesario atender si se quiere subir en el tren de lo tecnodigital.
Profesiones médicas y científicas
Consejero médico genético. Encargado de asesorar sobre el tratamiento de las patologias a partir del genoma de los pacientes, con estudios médicos y biotecnológicos.
Nanomédico. Médico con formación nanotecnológica, que deberá de combinar conocimientos de medicina, robótica, biotecnología y biomedicina.
Cirujano de la memoria. Experto en nanomedicina orientado a implantes de chips de memoria.
Regenerador de tejidos corporales. Experto en cirugía plástica, robótica, genética, biotecnología y biomedicina.
Geomicrobiólogo. Con formación en geología, microbiología y ciencias ambientales, se especializará en la creación y cultivo de microorganismos orientados a la medicina o para técnicas de control ambiental.
Técnico en eficiencia energética. Será un profesional con estudios en ingeniería orientada a las energías renovables y al control de la eficiencia en edificios y máquinas energéticas.
Reciclador ambiental. Experto en física y química que se centrará en el reciclado de los residuos para su conversión en material renovado o en fuente energética.
Profesiones relacionadas con Internet
Gestor de comunidades. Encargado de la gestión de foros y comunidades donde pueda incidir una entidad o empresa determinada, con la misión de identificar grupos de personas afines cuyos gustos se puedan canalizar. Al tener estas comunidades un carácter transnacional, será imprescindible dominio idiomático, formación humanística, además de conocimientos de márketing y capacidad de comunicación.
Abogado tecnólogo. Las operaciones comerciales, en "el mundo plano", a través de Internet, exigirán la existencia de expertos en leyes transnacionales que puedan ayudar a regular y resolver conflictos entre empresas de distintos países.
Posicionador de marcas en la Red. Las compañías, con un mercado de alcance global, deberán de poseer gestores que coloquen su marca, sus servicios, en las redes sociales y en los puntos neurálgicos de la red, donde puedan localizar su auténtico target.
Creador y gestor de marca personal. Existir será equivalente a estar en la red. Y viceversa. Por ello, si no se es experto, se deberá de tener quien cuide de la imagen o marca personal en la red, desarrollándola en las redes sociales, en los microblogging, etc.
Avatar o profesor o médico virtual. Serán expertos en dirigir y manejar soportes físicos (robots) que puedan entrar en contacto, pero a distancia, con alumnos o pacientes, para un nivel de atención determinado.
Controlador de datos personales. La privacidad y la imagen será un valor cada vez más vulnerable y apreciado. De ahí la necesidad de tener quien pueda proteger o evitar, y en caso necesario limpiar, todo aquello que pueda originar algún detrimento de la propia identidad personal digital. Este experto deberá de tener conocimientos de informática y de derecho.
Organizador virtual. Será el encargado de gestionar el volumen de información recibida con la finalidad de organizarla y sistematizarla, además de controlar la información sensible.
Seleccionador de contenidos. El aumento progresivo de información que llegará del mundo plano y que puede ser de vital interés para las empresas, exigirá la existencia de este tipo de expertos que tenga como prioritario filtrar la información, además de buscarla, creando las herramientas pertinentes al respecto. Además, deberán de organizarla de tal manera que sea fácil su manejo, su almacenamiento y la rápida recuperación en caso necesario. Además, deberá de ser perspicaz en detectar las tendencias (trends) que en el marco de la empresa puedan fructificar de una u otra manera.
Profesiones tecnológicas
Ingeniero de robots. La robótica será la nueva revolución tecnológica que está al caer. Las máquinas inteligentes, algunas con capacidad de funcionar mediante la voz, estarán a la orden del día. Todo aquello que se pueda automatizar, se automatizará. Y será misión de estos expertos.
Constructor de vehículos alternativos. El coche eléctrico es un simple primer paso de una larga historia que queda por recorrer. Los nuevos ingenieros y mecánicos deberán de diseñar alternativas viables energéticamente.
Holografista. Expertos en este campo tendrán un amplio recorrido en el terreno de la animación y de la creación de espectáculos digitales en tres dimensiones.
Especialista en adquisición y fusiones empresariales. El mundo plano o globalización 3.0 conllevará la fusión de empresas situadas en distintas partes del globo. Por ello se deberá recorrer a analistas y abogados expertos en este tipo de actuaciones.
Asesor cultural global. El mundo de los negocios se extenderá a cualquier parte del globo. Este experto será el encargado de asesorar a los ejecutivos para que su actuación y apariencia personal no sea un motivo de fracaso en una operación de política comercial.
Broker de talento. Seran los encargados de filtrar y redirigir a profesionales para que se circunscriban en el área o en el país más adecuado para un buen resultado empresarial.
Consultor en simplificación y rediseño de negocios. La variabilidad de los mercados y los cambios tecnológicos exigirá la existencia de profesionales que sean aptos para racionalizar, simplificar y sistematizar procesos, tecnologías y diversas estrategias de márketing de las empresas con difusión global.
Especialista en microdifusión. La multitud en la red, entendida como consumidora de información y entretenimiento, exigirá la existencia de una segmentación que atienda de manera especializada las medianas y/o microaudiencias, llegándose, incluso, a ofrecer contenidos para minorías interesadas.
Es difícil decir si, en donde estamos, se llegará pronto o tarde a estos cambios profesionales. De hecho, algunas de estas profesiones ya existen y están operando. En todo caso, a partir del impacto de lo tecnodigital, en el mundo del trabajo, nada volverá a ser como antes.
jueves, 9 de septiembre de 2010
Internet profesional
Fue en el verano de 1995 cuando, en una comida familiar —una docena de personas adultas—, uno se sintió como un extraño, como un marcianito bajado de la pertinente esfera celestial. El motivo fue cuando, quien suscribe, explicaba el fenómeno Internet que estaba viviendo en su propia carne y con su propio bolsillo —era una época en que la tarifa plana era desconocida y las mensualidades de Telefónica eran de espanto. Esta sensación se revivió en parte el pasado día 2 de setiembre con objeto de la lección inaugural, de inicio del curso académico, en la espléndida sala del Museo de Granollers.
Convocaba el acto el Centre de Recursos Pedagògics del Vallès Oriental I, y presidía el acto el alcalde de la localidad y algunos representantes del departament de Ensenyament. La sala estaba a rebosar —un centenar largo de personas. Pero..., a mi entender, y ciertas cifras parecen corroborar esta percepción subjetiva, muchos de los asistentes, directores de centros educativos, coordinadores pedagógicos encargados de las programaciones escolares, jefes de estudios, etc., etc., estuvieron más soportando que adentrándose en lo que, el ponente, intentaba hacerles ver.
Dice el poeta que hay otros mundos, pero que todos están en este (Paul Éluard). Tal frase es un acierto cuando se puede comprender que los mundos que planeaban en Granollers el día 2 de setiembre eran dispares y desconectados casi al cien por cien. De la misma manera que mis contertulios en el verano de 1995 les resultaba difícil entender lo que les explicaba sobre el acceso al mundo que representaba un ordenador conectado a Internet, muchos plácidos oyentes de Granollers de este inicio de curso, eran espectadores que miraban a un marciano que les decía que el mundo ya es plano, que muchos de nuestros alumnos, si conseguimos cualificarlos, trabajaran desde su casa para empresas sitas en Brisbane (Australia), Burgos, Lyon (Francia) o Montreal (Quebec/Canadá). Que no hay que perder ni un minuto ya que la competencia será feroz —a nivel mundial y no solo a nivel de la gente de la misma localidad o comarca— y que hay que avanzar y empujar desde ahora mismo en la buena dirección, en la digitalización de algunos aspectos de la enseñanza.
Los maestros y profesores de la sala, un jueves por la tarde a les 16 horas, difícilmente parecían encajar dentro del marco de expectativas que deseaba crear el ponente. Y el motivo era un error de enfoque que existía, y existe, en el mundo de la enseñanza aunque tenga un pie o los dos en la Red. La Red, Internet, desde hace unos escasos años —a pesar de su juventud!— tiene diversos matices que muchos de los cuales quedan opacos por la predominancia de las técnicas más usuales. El correo electrónico, los blogs, las redes sociales tipo facebook, las páginas web donde se encuentran los periódicos, por no hablar de las horas delante Youtube o de la futura Internet TV. Para la mayoría de los que han entrado en la red, Internet es eso y sólo eso. No es más que una tienda (digital) que ofrece al espectador —y solo espectador, y por lo tanto pasivo— innumerables gadgets, situaciones, entretenimientos, juegos y puntos de encuentro con las amistades y poca cosa más. Están navegando, pues, básicamente, en el Internet festivo. Y, ay!, no se dan cuenta de la existencia de otros enfoques de Internet que es imprescindible iluminar con muchos focos para no quedar rezagados —como ocurrió con el tema de la industrialización en España y su fracaso, téngase por capital Madrid, Barcelona o Badajoz, y que estudió Jordi Nadal.
La Internet profesional. He ahí uno de los núcleos de reflexión que habría que conjugar con otro ya mencionado: el mundo es plano. Hoy todo está al alcance de la mano. Podemos comprar cualquier dispositivo que se venda en Singapur o en China, por no decir en Londres o en Berlín. Están empezando a venderse plataformas digitales para enseñanza con el idioma del país, software difundido desde Nueva York, por poner un nombre, y creado por programadores sitos en distintas partes del mundo, muchos en la Índia, otros en Vancuver, alguno en Praga y tres en Boston. El mundo es plano. Y más que lo será. En estos momentos —oDesk!— ya existen portales de trabajo donde se puede colgar el correspondiente currículum y portafolio para ofrecer la disponibilidad de trabajo a nivel mundial. Y las empresas, utilizando el mismo recurso digital, están ofreciendo puestos de trabajo, vía digital, a aquellas personas el perfil de las cuales encaje con sus requerimientos, viva en la localidad que viva, hable en casa el idioma que hable...
El mundo ya es un pañuelo. Y hay que darse cuenta de ello. Lamentablemente eso en el presente sólo lo atisba aquel que se entretiene en hurgar en el Aleph —aquel punto del que hablaba Jorge Luis Borges que se hallaba en una casa de la calle Garay—, y mirando el pasado —los quince años de Internet vividos— se atreve a prever el futuro que, con un empuje tremendo, está llamando a nuestra puerta y, al parecer, muchos le hacen oídos sordos.
La Internet profesional estará frecuentada por unos profesionales que deberán de dominar unas herramientas, que deberán de tener presencia en la red, que deberán de estar creando sus contenidos para que su identidad sea creíble... Cuando se comenta, en una sala, todo eso, parece que se hable de un tiempo que queda aún ad kalendas graecas. Tal vez sea necesario un cambio de paradigma (decía T.S. Kuhn), un cambio de chip, como se dice más popularmente. Pero, mucha de la clientela del orador, parece que no estaba por la labor. Hemos saltado de milenio y de siglo, las décadas se suceden, pero el cambio de mentalidad tecnológica, en algunos mundos, va con el freno pisado.
La charla terminaba recordando otro cambio tecnológico que cambió el mundo... ¿Hay quien aún va a caballo? Esperemos que no o, en todo caso, por poco tiempo.
Claro que si hubiese releído poco antes de setiembre el relato de Borges, habrían hecho mella en mi sus palabras y estoicismo:
"Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato, empieza aquí, mi desesperación de escritor. Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten; ¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca?". En todo caso, con atrevimiento, ahí está el documento de la charla.
Convocaba el acto el Centre de Recursos Pedagògics del Vallès Oriental I, y presidía el acto el alcalde de la localidad y algunos representantes del departament de Ensenyament. La sala estaba a rebosar —un centenar largo de personas. Pero..., a mi entender, y ciertas cifras parecen corroborar esta percepción subjetiva, muchos de los asistentes, directores de centros educativos, coordinadores pedagógicos encargados de las programaciones escolares, jefes de estudios, etc., etc., estuvieron más soportando que adentrándose en lo que, el ponente, intentaba hacerles ver.
Dice el poeta que hay otros mundos, pero que todos están en este (Paul Éluard). Tal frase es un acierto cuando se puede comprender que los mundos que planeaban en Granollers el día 2 de setiembre eran dispares y desconectados casi al cien por cien. De la misma manera que mis contertulios en el verano de 1995 les resultaba difícil entender lo que les explicaba sobre el acceso al mundo que representaba un ordenador conectado a Internet, muchos plácidos oyentes de Granollers de este inicio de curso, eran espectadores que miraban a un marciano que les decía que el mundo ya es plano, que muchos de nuestros alumnos, si conseguimos cualificarlos, trabajaran desde su casa para empresas sitas en Brisbane (Australia), Burgos, Lyon (Francia) o Montreal (Quebec/Canadá). Que no hay que perder ni un minuto ya que la competencia será feroz —a nivel mundial y no solo a nivel de la gente de la misma localidad o comarca— y que hay que avanzar y empujar desde ahora mismo en la buena dirección, en la digitalización de algunos aspectos de la enseñanza.
Los maestros y profesores de la sala, un jueves por la tarde a les 16 horas, difícilmente parecían encajar dentro del marco de expectativas que deseaba crear el ponente. Y el motivo era un error de enfoque que existía, y existe, en el mundo de la enseñanza aunque tenga un pie o los dos en la Red. La Red, Internet, desde hace unos escasos años —a pesar de su juventud!— tiene diversos matices que muchos de los cuales quedan opacos por la predominancia de las técnicas más usuales. El correo electrónico, los blogs, las redes sociales tipo facebook, las páginas web donde se encuentran los periódicos, por no hablar de las horas delante Youtube o de la futura Internet TV. Para la mayoría de los que han entrado en la red, Internet es eso y sólo eso. No es más que una tienda (digital) que ofrece al espectador —y solo espectador, y por lo tanto pasivo— innumerables gadgets, situaciones, entretenimientos, juegos y puntos de encuentro con las amistades y poca cosa más. Están navegando, pues, básicamente, en el Internet festivo. Y, ay!, no se dan cuenta de la existencia de otros enfoques de Internet que es imprescindible iluminar con muchos focos para no quedar rezagados —como ocurrió con el tema de la industrialización en España y su fracaso, téngase por capital Madrid, Barcelona o Badajoz, y que estudió Jordi Nadal.
La Internet profesional. He ahí uno de los núcleos de reflexión que habría que conjugar con otro ya mencionado: el mundo es plano. Hoy todo está al alcance de la mano. Podemos comprar cualquier dispositivo que se venda en Singapur o en China, por no decir en Londres o en Berlín. Están empezando a venderse plataformas digitales para enseñanza con el idioma del país, software difundido desde Nueva York, por poner un nombre, y creado por programadores sitos en distintas partes del mundo, muchos en la Índia, otros en Vancuver, alguno en Praga y tres en Boston. El mundo es plano. Y más que lo será. En estos momentos —oDesk!— ya existen portales de trabajo donde se puede colgar el correspondiente currículum y portafolio para ofrecer la disponibilidad de trabajo a nivel mundial. Y las empresas, utilizando el mismo recurso digital, están ofreciendo puestos de trabajo, vía digital, a aquellas personas el perfil de las cuales encaje con sus requerimientos, viva en la localidad que viva, hable en casa el idioma que hable...
El mundo ya es un pañuelo. Y hay que darse cuenta de ello. Lamentablemente eso en el presente sólo lo atisba aquel que se entretiene en hurgar en el Aleph —aquel punto del que hablaba Jorge Luis Borges que se hallaba en una casa de la calle Garay—, y mirando el pasado —los quince años de Internet vividos— se atreve a prever el futuro que, con un empuje tremendo, está llamando a nuestra puerta y, al parecer, muchos le hacen oídos sordos.
La Internet profesional estará frecuentada por unos profesionales que deberán de dominar unas herramientas, que deberán de tener presencia en la red, que deberán de estar creando sus contenidos para que su identidad sea creíble... Cuando se comenta, en una sala, todo eso, parece que se hable de un tiempo que queda aún ad kalendas graecas. Tal vez sea necesario un cambio de paradigma (decía T.S. Kuhn), un cambio de chip, como se dice más popularmente. Pero, mucha de la clientela del orador, parece que no estaba por la labor. Hemos saltado de milenio y de siglo, las décadas se suceden, pero el cambio de mentalidad tecnológica, en algunos mundos, va con el freno pisado.
La charla terminaba recordando otro cambio tecnológico que cambió el mundo... ¿Hay quien aún va a caballo? Esperemos que no o, en todo caso, por poco tiempo.
Claro que si hubiese releído poco antes de setiembre el relato de Borges, habrían hecho mella en mi sus palabras y estoicismo:
"Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato, empieza aquí, mi desesperación de escritor. Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten; ¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca?". En todo caso, con atrevimiento, ahí está el documento de la charla.
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