miércoles, 14 de marzo de 2012

De las redes sociales virtuales a las redes sociales en el mundo real

Lector te has preguntado alguna vez porqué es tan extraña la posibilidad de acercarse a la gente en el mundo real cuando es tan fácil hacerlo en el mundo virtual. En el mundo virtual (en las famosas redes sociales —apunta las últimas aparecidas, parentisme, twitmusic y readmill) apuntarse a un grupo, buscar los afines, entablar conversación y establecer amistades es de lo más fácil y llevadero del mundo. En el mundo real, en cambio, donde podría ser aún más provechoso aunar esfuerzos, compartir ideas, establecer proyectos comunes etc., no existen puntos, centros, núcleos que permitan o faciliten este acercamiento y la creación de red real.
Se trataría, pues, de aprovechar las inteligencias de numerosas personas que potencialmente están con la expectativa de aportar saberes evitando subsumirse en la vaciedad del tiempo perdido. Tales personas, muchas de ellas, presentes y semiactivas en el mundo virtual, quedan de facto sin poder canalizar sus energías vitales e intelectuales y, sin embargo, de manera voluntaria podrían aportarlas a la sociedad en su conjunto y a diversos grupos en particular.
De hecho, sin al parecer darnos cuenta, hay una ingente cantidad de recursos humanos que en la vida real están deambulando anónima e individualmente y que podrían ser aprovechados —en un amplio abanico de posibilidades y de forma transitiva; cada persona podría, además de dar, recoger energías y conocimientos ajenos— si se establecieran circuitos y centros para enlazar, entrelazar, crear red, en el mundo real, el único mundo verdaderamente existente.

¿En qué situación nos encontramos con la irrupción y empuje del mundo digital? Pues como consecuencia de la era digital, algunos de los servicios que hasta ahora habían existido (como las librerías, las bibliotecas o los periódicos de papel, por poner ejemplos) han entrado en barrena. La innovación que proponemos, con los matices que una adecuación imprescindible requiera, puede ayudar a ralentizar la desaparición de tales entidades o incluso robustecerlas y hacerlas resurgir de unas previsibles cenizas mortales.
Por lo demás, no estamos imaginando nada del otro jueves, sino que una cadena de casualidades ha puesto en nuestra mano algunos ejemplos de la mismísima realidad. Veamos algunos ejemplos.
Situémonos geográficamente. En Catalunya, en la provincia de Girona, en el pueblecito medieval de Besalú, con una población (2.372 hab.) abocada al turismo como forma de subsistencia, aprovechando rentabilizar su riqueza arquitectónica procedente de la alta edad media. Esta población, lejos de caer en el clásico individualismo (cada uno a lo suyo) que reclama (o implora o exige) la habitual ayuda de la Administración (el Padre bíblico de la sociedad laica actual), se ha lanzado a la calle para atraer turistas que además de gozar de la bellezas arquitectónicas compren productos de los artesanos de la villa. Así, los domingos —los domingos!, estos días tan sagrados para el recogimiento individualista del yo con los míos o a mis quehaceres—, tanto por la mañana como por la tarde, adornados con vestimentas medievales están presentes en las plazas y calles más céntricas cuyas piedras nos retrotraen al medievo. Y, además de relatar y escenificar leyendas de la época, van ofreciendo tentaciones comerciales a los visitantes y curiosos que se han acercado a la villa.
Lo sorprendente, para nuestro caso, es la 'hermandad' existente que, para salvar una villa alejada del mundo industrial y de los centros rectores que aspiran sacar la cabeza en el siglo XXI, no ha dudado en reunir ideas y energías para introducir innovaciones que permitan 'salvar su mundo', económicamente hablando.
Otro caso ejemplar es una revista gratuita repleta de anuncios que, por estos lares catalanes, se difunde periódicamente. Los anuncios sirven para pagar los costes de la publicación, pero lo que encierra la que consultamos contiene además un abanico de artículos (desde economía a cocina, salud, informática, leyendas y recuerdos) donde mentes despiertas de la localidad 'regalan' su aportación (sí, sí, colaboran de manera altruista). He ahí otra manera de aprovechar el intelecto para la colectividad. Nos estamos refiriendo a la publicación mensual Els Colors del Pla de l'Estany cuya versión en PDF se puede consultar aquí.
Las nuevas tecnologías han servido de espoleta para reunir muchas personas, distantes geográficamente, en foros, en redes sociales como Facebook, Twitter, LinkedIn, etc., creándose muchas veces unos cenáculos de alta preparación e intercambio de saberes. De este hecho es necesario sacar enseñanzas para intentar trasladar al mundo real de pueblos, villas, barrios y ciudades los aspectos más provechosos que se han plasmado en el mundo digital. En el mundo real también cabe este tipo de innovación, sólo se requiere que los ingenios no caigan en la pereza de querer repetir solamente lo que hasta hora ha funcionado. Los tiempos inexorablemente han cambiado y el futuro, por lo que se intuye, no será nunca más como el pasado. Y frente a la frustración de la pasividad existe el entusiasmo de la actividad.

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