En la imagen siguiente, en un proceso de examen de varias webs de información económica, podemos ver cómo el antivirus —en este caso la versión gratuita de Avira— sí que nos avisa de que en la caché se han colado y colocado tres copias de un virus de script JAVA.
La caché web es el almacén donde nuestro navegador guarda páginas e imágenes de la web para que así, en una nueva visita a esta dirección, sólo tenga que bajar la nueva información; la información repetida la recogerá de la caché, consiguiendo que una navegación más rápida.
Pocas horas antes de este episodio, y preparando algunos tweets para la jornada, en el momento de acceder a un post de un amigo del Twitter, el propio navegador, el Google Chrome, ha sido el que nos ha alertado de un lugar web peligroso.
Ante este hecho y conociendo perfil profesional de nuestro
amigo, no hemos dudado en mandarle noticia del hecho.
Un simple DM, con una mínima información, ha servido para dar la alertar.
En el mensaje privado, se añade una dirección donde se puede ver la imagen de advertencia sobre la peligrosidad de su web.
Pasado cierto tiempo, y comprobado que la web ya funciona perfectamente, nuestra curiosidad nos lleva a contrastar una sospecha. Y he ahí el pequeño intercambio de información.
La mañana no termina sin una nueva sorpresa. Al acceder a un enlace de otra web, es el propio navegador el que nos avisa sobre un contenido inseguro.
Si hacemos un clic en el enlace de Más información podremos obtener datos que nos asesorarán sobre lo más recomendable…
En definitiva, pasear por la web, por las distintas rutas de la superficie de Internet, no es en la actualidad un recorrido tranquilo. Si uno no está protegido —con antivirus y navegadores actualizados y preparados— puede verse sorprendido con la típica enfermedad digital: el malware (troyanos, gusanos, virus, rootkits, spyware, etc.) puede ocasionar que nuestro PC deje de funcionar (cosa que sería grave) o que no podamos acceder a Internet (cosa cuya gravedad es equivalente a la anterior). En otras palabras, el bosque de la Red está cada día más lleno de maleantes informáticos y, a la corta o a la larga, habrá que crear los vigilantes digitales, como así aconteció con los bosques reales en la historia europea. La situación peligrosa de estos bosques la podemos ver reflejada en la espléndida novela de Noah Gordon, El médico, cuando el protagonista, en pleno siglo XI, para llegar a Ispahán (Persia) deberá de atravesar los bosques centroeuropeos en la caravana protectora de un grupo de judíos. Estamos, pues, en la edad media digital, con muchos maleantes en los frondosos bosques de Internet. Y, a nuestro entender, en los inicios de la misma.
Pasado cierto tiempo, y comprobado que la web ya funciona perfectamente, nuestra curiosidad nos lleva a contrastar una sospecha. Y he ahí el pequeño intercambio de información.
La mañana no termina sin una nueva sorpresa. Al acceder a un enlace de otra web, es el propio navegador el que nos avisa sobre un contenido inseguro.
Si hacemos un clic en el enlace de Más información podremos obtener datos que nos asesorarán sobre lo más recomendable…
En definitiva, pasear por la web, por las distintas rutas de la superficie de Internet, no es en la actualidad un recorrido tranquilo. Si uno no está protegido —con antivirus y navegadores actualizados y preparados— puede verse sorprendido con la típica enfermedad digital: el malware (troyanos, gusanos, virus, rootkits, spyware, etc.) puede ocasionar que nuestro PC deje de funcionar (cosa que sería grave) o que no podamos acceder a Internet (cosa cuya gravedad es equivalente a la anterior). En otras palabras, el bosque de la Red está cada día más lleno de maleantes informáticos y, a la corta o a la larga, habrá que crear los vigilantes digitales, como así aconteció con los bosques reales en la historia europea. La situación peligrosa de estos bosques la podemos ver reflejada en la espléndida novela de Noah Gordon, El médico, cuando el protagonista, en pleno siglo XI, para llegar a Ispahán (Persia) deberá de atravesar los bosques centroeuropeos en la caravana protectora de un grupo de judíos. Estamos, pues, en la edad media digital, con muchos maleantes en los frondosos bosques de Internet. Y, a nuestro entender, en los inicios de la misma.
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