El investigador es un apasionado de su trabajo. Acepta el reto de desvelar incógnitas de la realidad material o social. Es incansable y de ahí los avances en descubrimientos. Si la industria avanza, lo hace mediante las rupturas que inventos y descubrimientos ocasionan. Son saltos en el vacío —eso es lo auténticamente nuevo. Los avances científicos —como los propuestos por Newton, introductor de las leyes de la mecánica clásica, Ampère, inventor del primer telégrafo eléctrico, o Coulomb, con sus indagaciones sobre magnetismo y electricidad— son los que empujan hacia delante la historia. Como tantos otros, como los que intentaron controlar la fuerza del vapor que tuvo sus inicios en Herón de Alejandría en el siglo I dC, con su curiosa máquina eolípila, o con una intención más práctica el navarro Jerónimo de Ayanz y Beaumont (1553-1613) quien, además de patentar la primera máquina de vapor en 1606, la aplicó en la mejora del trabajo en las minas. Como tantos inventores, hoy el olvidado Ayanz no goza ni del sutil recuerdo en el nombre de una calle.
No ocurre lo mismo con Joseph Marie Jacquard inventor del telar mecánico en 1801.
Esta diferencia debe ser resto del eco unamuniano del "¡Que inventen ellos!"
Y si la invención, la técnica y la industria nos ha llevado hasta aquí, se puede ya anunciar que se están iniciando nuevos pasos con la llamada wearable tech, vestuario tecnológico o tecnología portátil. En este marco empieza a destacar lo que está haciendo la empresa Meta fundada en los Estados Unidos en diciembre de 2012. Allí, un grupo de doctores en informática están terminando de diseñar Meta 1, o como actualmente se conoce este dispositivo: las spaceglasses. Una combinación de gafas de realidad aumentada que integra la potencia de un ordenador portátil y las posibilidades de un smartphone.
Sus inventores llegan a afirmar que con “esta nueva tecnología se puede mostrar la información del mundo real y los objectos quedan al control de los dedos, que pasan a ser el teclado y ratón del futuro”. Con el nuevo dispositivo, los usuarios podrán interactuar mediante sus manos con las imágenes proyectadas por las gafas.
El vídeo es suficientemente ilustrativo sobre lo que se nos viene encima. Sus aplicaciones potenciales quedan, por ahora, limitadas a unos ejemplos. Pero la capacidad humana de adaptar los instrumentos nos invita a no poner límites al futuro. Y este progreso está a punto de irrumpir cuando aún estamos en el período de asimilación de tablets y smartphones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario