Extrañas
cuentas en Twitter del New York Times
Uno se dedica desde hace unos años a ser un observador de las TIC —de la revolución de las tecnologías en general— y a reflexionar sobre los motores del cambio. Por ello estoy interesado por las tendencias (trends). Y una vía para conocer tendencias está en descubrir, explorar, seguir los primeros espadas en diversos campos. Aquellas autoridades, en distintas áreas del saber, que dentro de unos años tendrán renombre, si no lo han alcanzado ya en el presente. Léase a nivel económico, sobre neurociencia, sobre la filosofía más actual o en filosofía social, biotecnología, matemáticas, e incluso física de las partículas, por no hablar del universo.
Con este objetivo, hace escasos días accedí a diversos twitters de nombres relevantes en algunos de los campos citados y de inmediato me sumergí en la lista de la gente a las que seguía —los following de estos popes. Uno de los elegidos fue Thomas L. Friedman, del cual he leído alguno de sus libros y citado en artículos, conferencias y entrevistas. Miré su cuenta en Twitter y me dispuse a examinar a quién seguía. La premisa de la que yo partía era que con seguridad Friedman me abriría la puerta a nuevos colosos intelectuales. No dudaba que debía de seguir, aparte de algunos compromisos, a gente que descubriría y pasarían a engrosar la lista de mis primeros espadas. Partía yo, pues, de la suposición que Friedman seguía a gente muy interesante, tanto o más que él… Siempre buscamos a gente de las que podamos aprender nuevas cosas. Y ahí fue donde encontré un hilo que me llevó lejos de mi propósito inicial.
Ese hilo era algunos nombres propios que aparecían entre los seguidos por la cuenta de Friedman. De las 76 cuentas de Twitter que en teoría Friedman sigue (“following”), la mayoría está relacionada directamente o indirectamente con el New York Times.
En fin, no dudo que pueden ser cuentas muy valiosas con sorprendentes tweets ricos en sabiduría —pero sobre cocina, sobre deportes, sobre...— Otra cosa es que tengan que ver con los temas de reflexión a los que ha dedicado y dedica su atención, investigación y pensamiento, nuestro gran Friedman. El caso es que acto seguido, después de ver algunas cuentas aparentemente relevantes que seguía Friedman, le di un clic a una persona a la que este seguía.
Y '¡oh, sorpresa!' esta persona, asimismo perteneciente al equipo de colaboradores del NYT, también seguía casi a los mismos (¿con casi el mismo orden temporal de seguimiento?) que seguía nuestro querido Friedman.
Esa sorpresa acabó de tomar cuerpo con un nuevo clic en otra cuenta de las que Friedman era following, cuenta sin duda relevante como es la de Paul Krugman.
Y resulta
que este también seguía, ¡caramba!, casi las mismas cuentas que seguía nuestro
autor del The World Is Flat y nuestra
querida Maureen. Cuentas muchas de ellas integradas por gente del amplio equipo
del NYT.
Y de ahí vino mi duda. Estas cuentas —no necesariamente los tweets de cada persona que los firma— es muy probable que fueron en su momento prefabricadas y luego entregadas a Mr. Friedman, a Ms. Dowd y a Mr. Krugman, para que no tuviesen que hacer un trabajo de campo, de exploración, y evitar empezar la vida en Twitter, desde cero. Eso es lo que parece. Y por la ausencia de nombres del 'ramo', diría que es.
En resumen, a veces explorar los following de gente intelectualmente relevante no sirve necesariamente para encontrar grandes autoridades en el campo del saber.
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