Parece que fue ayer, cuando los florentinos y los pobladores de otras ciudades del norte de Italia empezaron a respirar nuevos aires. Petrarca había subido al monte, había descubierto literariamente la naturaleza. Y, con la llegada de los viejos y añorados libros de los clásicos, vía Constantinopla, los florentinos, encabezados por Marsilio Ficino (1433-1499) creyeron que se habría abierto una nueva época, una età nuova, un nuevo siglo. Una especie de milenio se cernía sobre sus cabezas.
En esta atmósfera de esperanza y optimismo circularon grandes hombres que las enciclopedias nos recuerdan con muchas líneas. Además del promotor Ficino, Pico della Mirandola (1463-1494) y otros estuvieron en el campo de los evangelizadores de la buena nueva: la rinascita, el Renacimiento que empezaba a desplegarse (y su impacto llegaría de Lisboa a Praga). El espíritu renovador se cobijó, en Florencia, bajo el mando de la "Academia Platónica". El estudio, el saber, centrado en un profundo conocimiento del mundo clásico grecorromano, era la llave que podía dar paso a un cambio revolucionario en las ciudades que redundaría en beneficio de la dignidad del hombre.
Además de estos humanistas esperanzados, también surgieron profetas de corte apocalíptico, como el religioso reformista Jerónimo Salvonarola (1452-1498), el cual predicó el derrumbe de Italia y la reforma de la Iglesia. Y por último, como tercer modelo de esta época, hay que destacar, junto con los artistas creadores de la talla de Boticelli, Miguel Angel, Rafael, Tiziano, Durero, figuras con espíritu técnico, impulsores de las artes mecánicas, como Leonardo da Vinci (1452-1519).
Ahí tenemos, pues, los tres especímenes que, en la primera década del nuevo siglo y milenio, en pleno 2010, reaparecen ahora con vestido digital. Por un lado hay los renovadores y evangelizadores digitales (encabezados, si citamos los más próximos, por Alejandro Piscitelli y, más cerquita aún, por Dolors Reig), por otro los pedagógico-apocalípticos como Nicholas Carr y por último, sin nombres con repercusión mediática, los tecnólogos que van avanzando con sus indagaciones y descubrimientos en pro, por ejemplo, de un futuro ratón invisible. Los inventores tecnólogos, como ha ocurrido en otras épocas, están menos dotados para la autopromoción, de ahí su ocultamiento, cosa que no deja de ser una lástima ya que son los más eficaces de toda la palestra.
Dejemos constancia aquí, por seguir con el ejemplo, de Pranav Mistry y su Mouseless: the invisible computer mouse. El ratón invisible.
Nuestra época, como lo fue el siglo XV y el XVI, está también repleta de predicciones. Algunos de los Nostradamus (1503-1566) que pululan entre nosotros y cuyos reclamos y profecías seguimos con atención son los siguientes:
Ante el impacto de los ebooks, en cinco años desaparecerán los libros de papel. Negroponte dixit.
En cinco años, la mejor educación se encontrará en la Web, más que en la universidad, dijo Bill Gates.
Steve Jobs predice el final de la era de los PC de mesa y su reemplazo por los tablets.
Por último, no dejemos sin citar las previsiones proféticas para los próximos cincuenta años que nos ofrece Cisco.
Así tenemos que en 2012, el 90% de los datos estarán en vídeo. O que en la actualidad sólo sabemos el 5% de las cosas que se llegará a saber en los próximos 50 años.
Difícil es, pues, dudar de que nos encontramos en una nueva reedición de lo que representó Florencia y su movimiento académico, ahora bajo el empuje digital.
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