Querer hacer hoy con las herramientas TIC lo mismo que se hacía en el siglo pasado es un error. Y eso ocurre en nuestro país, aunque no tenemos el monopolio de esta conducta. Eso se ha visto largamente con las noticias que han aparecido en los medios de prensa digitales hablando de la crisis de Egipto, o de su revolución política, para decirlo más correctamente. La mayoría de los medios han sido extremadamente lentos y así les va y así les irá. (Por no hablar de que aún muchos no han entendido que el latín de estas décadas del siglo XXI es el inglés). Aún no hay versión en inglés de los principales medios digitales informativos de España. Así les va y así les irá. Empiezan a ser un "don nadie". No han estado a la altura del caso de Egipto. Al revés de lo que ha ocurrido con empresas de información como la BBC o The Guardian que en minutos añadían nueva información sobre lo que se cocía en la olla de la plaza Tahrir.
La prensa española no ha tenido reflejos. Quizás porque aún no ha entendido dónde está y en qué época. Señores, con toda mi estima, estamos en la segunda década del siglo XXI y en un mundo que se ha convertido en un pañuelo (que es la versión castellana de la repetida idea de Thomas Friedman). Y el ejemplo histórico de la quincena egípcia así lo ha demostrado. Muchas personas, desde distintas partes del globo, se han volcado para difundir, apoyar, denunciar lo que estaba ocurriendo en este territorio tan estimado y cercano culturalmente (¿hasta qué punto, en parte, nosotros no tenemos deuda con su antiguedad?). Y con las herramientas sociales, en especial Facebook y sobre todo Twitter, se han estado hermanando con aquellas personas que diariamente se enfrentaban a un poder corrupto y férreo. Se ha entrado de pleno en lo que se denomina activismo digital. Mientras tanto, las prensa española largaba su largo artículo cumpliendo su deber informativo, estilo siglo XX.
Y sin embargo, como muestra más que evidente de esta parálisis reflexiva, resulta que esa crítica desaparece tan pronto nos enfrentamos al tema del deporte rey. Las principales contiendas futbolísticas sí que se transmiten en vivo (live), vía texto (y si no hubiera razones de taquilla, se haría por streaming).
Todo ello nos lleva a la tentación de que la crítica que deberían de recibir estos medios, aún con muletas mentales del siglo XX, tal vez habría de subir de tono. Esperemos, en todo caso, que hayan aprendido la lección de sus compañeros europeos y americanos (por no hablar de otros) que han sido mucho más ágiles y atrevidos digitalmente hablando y socialmente más competentes.
En resumen, es muy probable que nuestra prensa, así como muchas otras instituciones de mando, no se han dado cuenta de que, con las nuevas tecnologías, el poder ha quedado más distribuido. Las jerarquías están ahora, para muestra el botón Mubarak, a la distancia de un clic. De un clic que no es más que una mirada terrible de miles de millones de personas que están acechando contra corruptos, inquisidores, vendedores de nubes y otras jaleas políticas que hasta ahora, teniendo los medios de prensa a su servicio, iban toreando con mucha facilidad la dispersa muchedumbre que no tenía otra determinación que el desconsuelo de su supuesto aislamiento.
Esto se ha terminado. Egipto es un ejemplo con muchos registros. Habrá que repensarlo a fondo y sacar experiencias para nuevas conductas y nuevos controles. Con las TIC, se acabó la jerarquía tranquila dominante. Éste es el eco egipcio al que se debería prestar atención.
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