Si no existe ya, un día se deberá de hacer una tesis doctoral sobre las coincidencias entre los avances tecnológicos y las fantasías de los cuentos populares de todos los tiempos. Desde el espejo mágico de Blancanieves (un tablet con transmisión de audio en tiempo real) a las estatuas andantes de la cueva del Hefesto homérico (unos perfectos y serviciales robots). Y entre estas fantasías está la de la varita mágica que es en lo que tenderá a convertirse nuestro teléfono móvil (o el tablet de bolsillo). Y ello gracias a la nueva tecnología de comunicación denominada 4G que se verá acompañada por la Internet de las cosas que está irrumpiendo también con empuje.
4G es el nombre que recibe la tecnología de 4ª generación de telefonía móvil. Se dice que realmente con la tecnología 4G, que funcionará sobre el protocolo IP (el que usamos para acceder a Internet desde casa o la oficina), se tendrá un acceso real y pleno a la Gran Red. Y desde cualquier punto de nuestra geografía ciudadana tendremos acceso a información de todo tipo, ya sea estando parados o en movimiento (léase automóvil), pues el ancho de banda será de unos 100 megabits por segundo en bajada y 50 megabits por segundo de subida. Una proeza en cañería de datos que nos permitirá estar inundados (sigamos con el símil) por todo tipo de información privada o pública y eso casi al instante de su envío o transmisión.
Si proyectamos un futuro a tres/cinco años vista, nos podemos ver conduciendo por una carretera o autopista recibiendo datos sobre los restaurantes que están a pocos kilómetros de donde nos movemos, o datos de los followers que están por los alrededores de la zona visitada o, también, ofertas sobre aquellos materiales que tenemos marcados como “próximas compras”. Todo ello estará en la red y recibiremos puntual información con sólo moverse por alguna geografía física. La 4G facilitará toda esta información como si fuese un mayordomo que se preocupa para que su señor esté bien atendido.
Junto a la 4G también se conjugará la Internet de las cosas, de la que ya hemos hablado con anterioridad. Un vídeo al respecto puede ayudarnos a 'rememorar' el futuro que nos espera.
Otra cosa es, ay!, quien lo desarrollará y qué tecnólogos estarán en la punta de lanza de estos avances. Es decir, cuánto deberemos de pagar en royalties. Ahí la vista de lince de los políticos tiene su qué.
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