Seamos imaginativos. Ya tenemos diez años más. La tecnología ha hecho el salto previsto. Tenemos nuestros hogares salpicados de tech que nos detectan y abren luces, ventanas, persianas o cortinas, según temperatura y hora. Dispositivos receptivos que están a un toque de carraspeo, voz, tos con carácter inglés o simple voz templada hablando al vacío y dando la orden pertinente. Las máquinas conectadas online y siempre atentas a nuestra consideraciones, verbalizaciones y casi pensamientos, dispuestas como esclavos tecnológicos. Esto es así porque esto será así. Se puede llegar a ello, desde el punto de que lo racional, lo razonablemente y económicamente posible, será hegelianamente real.
Pero el divertimento —hacia la que es conducida la sociedad actual— impregnará muchos de estos elementos. Es a través del divertimento, no nos engañemos, cómo ha ido entrando en viviendas de siglo XX los dispositivos del siglo tech, de siglo XXI. Y no hay que ser un doctor para conjeturar que esta vía, la del juego, será recorrida reiteradamente. Internet of things, los dispositivos que nos rodearán para darnos una mejor atención, estará omnipresente. Y una de sus posibilidades será vivir aventuras tech. Adiós a los juegos encapsulados en pantallas planas. Adiós a los juegos en 3D con gafas adaptadas. Tendremos juegos virtuales, con impresión casi real, ya sea mediante nuestros muros digitales, ya sea con nuestros proyectores y webcams que nos irradiarán, según el gusto, la aventura real en medio de la cual nos sentiremos copartícipes con los protagonistas —si no pasamos a ser protagonistas principales, como muy puede ser con las aventuras de terror. Y ello gracias a múltiples dispositivos distribuidos por toda la mansión. Aquellos que en un primer tiempo eran monofuncionales y estaban sólo para regular la calefacción, abrir ventanas o apagar la TV, ahora estarán a pleno empleo con posibilidad de recibir y entender sonidos, además de emitirlos (eso será lo nuevo) dando ambiente sonoro —de terror, para seguir con nuestro game— que acompañará al juego de luces que las cámaras/proyectores (no sólo de absorber imágenes han de vivir un dispositivo, ¿por qué no proyectarlos según demanda?) difundirán por las estancias provocando un ambiente de distinta graduación. Habremos suscrito un terror nivel 4, para nuestra aventurilla de sábado noche con los amigos. Qué es eso de salir de casa para ir a vivir aventuras cuando las aventuras las tendremos a la vuelta de un clic (o de cuatro, para poder confirmar el pago con la tarjeta del nuevo HouseGame).
Lo que está por aparecer sólo está impedido por la falta de imaginación. Las posibilidades son múltiples. La tecnología casi preparada. La recepción en potencia. ¿El empujón? Entrar más en el siglo.
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